En la era de la motosierra, los sueldos de la docencia universitaria perdieron más del 57% frente a la inflación, y la mayoría está por debajo de la línea de pobreza. Dialogamos con Oscar Vallejos de ADUL.

Poco ha cambiado desde aquel 23 de abril, cuando cientos de miles de personas colmaron las calles y las plazas en todo el país en defensa de la gloriosa universidad pública argentina, que atraviesa una de las crisis más profundas de su historia producto de la brutal asfixia presupuestaria a la que la somete Javier Milei. El gobierno hizo caso omiso del reclamo popular y continuó con su receta: desfinanciar a las casas de estudios, licuar los salarios de sus trabajadores y desmantelar de a poco el sistema entero.

Los números son elocuentes. Desde la asunción de Milei, los sueldos de las y los docentes universitarios perdieron el 57,71% frente a los precios; en el cargo inicial, la brecha alcanza el 101, 8 %. Hoy la mayoría de las categorías universitarias y varias preuniversitarias están por debajo de la línea de pobreza.

A pesar de esto, el gobierno sigue sin convocar a paritarias, e impuso un 3% de aumento salarial para agosto y un 2% para septiembre. La definición fue tomada de forma unilateral a través de una resolución firmada por el subsecretario de Políticas Universitarias Alejandro Álvarez, sin negociación alguna con los sindicatos.

Es curioso que un gobierno supuestamente liberal le ponga un tope al aumento, en lugar de permitir paritarias libres. Se trata de "una práctica que vienen sosteniendo las autoridades nacionales y que vulnera el derecho a la negociación colectiva", según manifestó en un comunicado la Federación Nacional de Docentes, Investigadores y Creadores Universitarios (CONADU Histórica), que junto al Frente Sindical de Universidades Nacionales decidió retomar la lucha en las calles, con un paro de 72 horas hace dos semanas y uno de 48 horas la semana pasada.

“Ante la negativa del Ministerio de Capital Humano de abrir una verdadera discusión paritaria y la imposición de aumentos irrisorios, consideramos fundamental visibilizar esta situación y fortalecer la unidad con la comunidad universitaria", manifestaron desde CONADU Histórica. Además, ratificaron que se realizará una nueva marcha en defensa de la universidad pública en septiembre. Los cuatro reclamos principales son: recuperación real del salario; restitución y pago del Fondo Nacional de Incentivo Docente (FONID), eliminado por Milei al inicio de su gestión; rechazo al impuesto a las ganancias; y actualización de jubilaciones.

La libertad de asfixiar a la universidad pública

Para Mammarella, está “en riesgo el segundo semestre”

El rector de la Universidad Nacional del Litoral, Enrique Mammarella, cuestionó la embestida del gobierno nacional contra las y los docentes y remarcó que “hoy tenemos un alto porcentaje de docentes y no docentes de las universidades nacionales que cobran sus salarios por debajo de la línea de pobreza". Fue en diálogo con LT10, donde expresó que la situación “pone en riesgo el segundo semestre”.

En el mismo sentido se expresó en Aire de Santa Fe, donde consideró que el aumento propuesto por el gobierno está “muy debajo de la expectativa e incluso de la inflación": "Tanto la quita del FONID como el mantener congelada a valores del año pasado la garantía salarial ha hecho que las categorías iniciales, aquellos que arrancan en la universidad, sus salarios estén por debajo de la línea de pobreza".

“Este gobierno no dialoga”

En declaraciones a Pausa, Oscar Vallejos, secretario general de la Asociación de Docentes de la Universidad Nacional del Litoral (ADUL) -que forma parte de la CONADU Histórica- expresó su parecer acerca de la crisis que enfrenta la docencia y el sistema universitario.

—¿Cómo están atravesando esta serie de medidas de fuerza?

—Este es un gobierno al que hay que obligar a que negocie, y eso significa escalar en la cantidad de días de paro, paralizar la universidad, o escalar a través de la opinión pública. Algunos dicen que hay que hacer paro por tiempo indeterminado, y hay una posición mayoritaria de hacer medidas fuertes pero que permitan luego volver a las aulas. Por eso buscamos convocar multitudinariamente de nuevo a la opinión pública a que se exprese en una marcha universitaria en septiembre. Una gran acción pública callejera que vuelva a mostrarle al gobierno que la ciudadanía apoya a la universidad y al trabajo docente.

—¿Han recibido alguna nueva comunicación del gobierno?

—No, porque este es un gobierno que no dialoga, que lo hace todo en la sombra. Con quien conversa lo hace de manera no pública, no habla de manera directa con las organizaciones. Uno llega a la paritaria y se entera ahí cuál es la propuesta, y el gobierno dice: esta es la propuesta y no la negociamos.

—La Secretaría de Educación anunció que se iba a conformar una Comisión Técnica Tripartita para “acercar las diferencias”. ¿Lo ves viable?

—Esa propuesta sale del reclamo de la CONADU Histórica. Aparece esta idea para ver si es posible acercar posiciones, cosa que es muy difícil, porque el gobierno ofrece números bastante alejados de las necesidades, e inamovibles.

—Tampoco avanzó en la conformación de esa comisión, ¿no?

—No, no avanzó. Era o una salida de compromiso, o una posibilidad de que las organizaciones sindicales podamos tener un espacio de manera directa. Las luchas docentes tienen ciclos que tienen que ver con nuestro trabajo. En junio ya no se pudieron sostener medidas de fuerza porque había que cerrar el cuatrimestre. El gobierno aprovechó esa situación y desactivó la paritaria. Desde el 28 de mayo hasta el 9 de agosto no nos reunimos, y se impuso una recomposición que está muy lejos de lo que necesitamos.

universidad
Foto: Gabriela Carvalho

—¿Y por qué crees que el gobierno no da el brazo a torcer? ¿Cuál es el objetivo de fondo que tienen?

—Sigue pensando en achicar la universidad, y hacer de la universidad algo muy diferente de lo que es. Que se parezca más a la universidad de la dictadura, donde no había investigación, no había extensión, las carreras eran chicas, la cantidad de estudiantes era poca y las universidades tenían poca relevancia social. Creo que ese es el proyecto político del gobierno, y tiene distintas formas de impulsarlo. Una fue la cuestión del presupuesto y otra la de los salarios.

—¿Considerás que esta crisis es la más profunda que atraviesa la universidad en su historia? ¿Qué similitudes y qué diferencias encontrás con otros momentos de crisis?

—En términos salariales es la peor crisis. En términos políticos, bueno, enfrentamos a Del Bello y a Menem, que es un tiempo que este gobierno reivindica. Del Bello significó un cambio estructural importante, y la capitalización del neoliberalismo en todo el sistema universitario. Aquí la UNL se transformó en una institución mercantilizada y neoliberal de la mano de Barletta, y no es casual que ahora Barletta sea uno de los apoyos importantes que este gobierno tiene. Estamos enfrentando una intensificación de este proyecto que fue inaugurado en los 90.

—Decías que la gran apuesta es replicar una marcha como la de abril. Frente a un gobierno tan intransigente, ¿qué falta para lograr torcerle el brazo?

—Yo creo que el gobierno sí retrocedió. La marcha del 23 y todo el esfuerzo que hicimos durante el primer cuatrimestre logró algo que no se sabía si iba a ocurrir, y es sostener la universidad abierta. En la UNL el rectorado, que es afín a Milei, se vio obligado a salir a denunciar que no podía pagar la luz. Esta gestión defiende cada vez que puede a este gobierno, diciendo, por ejemplo, que las cuotas llegan en tiempo y en forma, pero no dice que esas cuotas a duras penas alcanzan para sostener la universidad funcionando. No hay becas para comedor, las becas para estudiantes son bajísimas, hay un achique en la ampliación de las plantas. Hoy la gente está dejando de dar clases para dedicarse a otras actividades. Lo penoso es que no es que haya una empresa de alta tecnología que esté incorporando a cuadros de alto nivel a su staff. Esos cuadros se están yendo del país o están yendo a ser mozos, a trabajar en Uber o en kioscos.

—¿Eso lo están viendo realmente?

—Sí, sobre todo en la gente joven. Dentro del mundo académico, es necesario proteger los cuadros que se forman entre los 25 y los 40 años y permitirles que armen sus proyectos de vida. Eso no es posible con estos salarios. Nadie se puede ir de su casa, no se puede pensar en construir una familia porque la incertidumbre es total. Ese sector está decidiendo otra cosa para salir del paso, y se truncan las vocaciones científicas y académicas.

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