En un contexto de movilizaciones masivas contra el gobierno de Netanyahu, Pausa dialogó con Natalia Kleiman, una activista de la organización Standing Together en Israel que lucha contra la ocupación y por la paz e independencia para palestinos e israelíes.
Israel viene presenciando movilizaciones masivas en sus calles en reclamo de un alto al fuego y la brutal invasión sobre Gaza para pedir por la liberación de los rehenes. En Tel Aviv participaron más de 500 mil personas, una de las manifestaciones más multitudinarias desde el estallido de la guerra en Gaza.
Las movilizaciones se profundizaron tras la aparición sin vida de seis secuestrados en el sur de Gaza, luego de ser asesinados por Hamas. El Foro de Rehenes y Familiares Desaparecidos, que agrupa a sus parientes, identificó a los fallecidos como Carmel Gat, Eden Yerushalmi, Hersh Goldberg-Polin, Alexander Lobanov, Almog Sarusi y Ori Danino.
Por este motivo, miles de personas marchan contra el gobierno de Benjamín Netanyahu, a quien responsabilizan por las muertes debido a su negativa a alcanzar un acuerdo que permita el regreso de los 97 secuestrados que todavía permanecen en Gaza.
Natalia Kleiman es argentina y vive en Israel hace casi diez años. Es activista de la organización Standing Together, un movimiento de base progresista que reúne a ciudadanos judíos y palestinos de Israel para luchar contra la ocupación y por la paz, igualdad y justicia social. Kleiman dialogó con Pausa sobre el trabajo que realizan desde Standing Together en un contexto de crisis humanitaria en Gaza.
–Para comenzar, vos participás de una organización que se llama Standing Together. ¿De qué se trata? ¿Cuáles son sus objetivos?
–Standing Together es un movimiento que lucha por un futuro seguro en Israel. Es un sistema que nos cuente a todos. Es gente que vivimos en diferentes lugares, tanto árabes como judíos, gente religiosa como no religiosa, y tiene tres pilares que son los más importantes: justicia social, una vida con dignidad, y paz. También el modo de trabajo de Standing Together es entender que el poder lo tienen las masas. Nosotros cuando hablamos de ciertas cosas no vamos a hablar nunca de la izquierda o la derecha. Es la gente que quiere cambiar las cosas, un futuro mejor, contra la gente que no. Sí hablamos directamente contra el Gobierno, que estamos muy en desacuerdo, y de cosas muy específicas, como en este momento se habla mucho en contra de la guerra. Pero lo que siempre intentamos hacer entender a la gente es que nosotros venimos a incluir a todos. Que nosotros queremos algo que nos incluya a todos, no solo a algunos de nosotros.
–Claro. Más que nada, es una organización que no tiene una filiación partidaria, sino que son muchas personas que se juntan con este tipo de objetivo.
–Sí. Es muy organizada y super democrática, porque la mayoría de las decisiones que se toman no solamente las toman las personas que están a la cabeza, sino que también se hacen congresos y juntas de todos los lugares para que todos juntos podamos decidir lo que queremos hacer y a dónde queremos apuntar. Por supuesto que hay decisiones de último momento y cosas más chicas que las hacen la Junta, que también es elegida por todos los que son miembros de la organización.
–Standing Together, además de tener personas de Israel, ¿tiene palestinos en la organización?
–Sí. La mayoría son árabes e israelíes. También hay gente que no tiene ciudadanía israelí que es parte. Pero sí son palestinos. Por ejemplo, las cabezas de Standing Together son un judío y una palestina.
–Nombrás todo ese nivel de organización, pero tienen intervenciones específicas. No es que son sólo movilizaciones, sino que también hay intervenciones específicas en momentos puntuales.
–La mayoría de las cosas que hacemos tienen que ver con la guerra. Pero sí hubo otras cosas en el pasado. Te cuento una muy rápidamente. Hace un par de años se comenzó con la campaña "mínimo 40", que era para subir el salario mínimo, que en su momento era 28 con algo. No estoy segura exactamente de qué número. Se investigó cuál era el salario mínimo que se debía tener para que una persona tenga todas las cosas en la canasta básica, pero también contando cosas como wifi, un celular, poder pagar un transporte público. Cosas que hoy en día son necesarias. Se llegó a que el número era 39 con algo. Entonces, cerró en 40. Fue una campaña muy grande.
–¿Son 40 séquels por hora?
–Claro, 40 séquels por hora. Y la campaña fue grandísima. Llegamos a hablar con gente del Gobierno. Llegó a votarse. Pasó la primera ronda, pero en el medio se cayó el Gobierno. Porque acá, por el tipo de gobierno, si uno de los partidos se va, se cae y hay que volver a hacer elecciones.
–Claro, porque es un parlamentarismo.
–Claro. Pasó mucho tiempo hasta que se volvió a hablar de eso. Sí con eso se logró a que no se apruebe otra ley que iba a hacer que, a la larga, el salario mínimo que había en ese momento, valga menos. En este momento, con respecto a la guerra, además de lo que hacemos semanalmente que es ser parte de todas las protestas que hay los sábados a la noche que se hacen en todo Israel. No sólo nosotros, sino toda la gente que en este momento quieren que devuelvan a los secuestrados y parar la guerra. También hubo ciertas cosas específicas, como por ejemplo, cuando en un momento hace un par de meses grupos de "colonos" impulsados por (Itamar) Ben-Gvir, que es el ministro de Seguridad Nacional, empezaron a detener camiones que iban con ayuda humanitaria hacia Gaza, destruir los camiones y, a veces, hasta atacar a los que manejaban los camiones. Lo que nosotros hicimos fue formar una guardia humanitaria, que lo que hacíamos era ponernos entre los "colonos" y los camiones para hacer que los camiones pudieran pasar y llegar a Gaza. Cuando nosotros llegamos allá, la Policía intervenía porque tampoco quería que nos hicieran nada a nosotros, y la Policía terminó sacando a estas personas que habían ido a destruirlos.
–Para entender, ¿a qué le llamás “colonos”?
–A lo que yo le llamo "colonos", que en inglés es settlers, son gente que vive del otro lado de la "línea verde". Tal vez es una expresión que está mal usada en este contexto, pero que es una expresión que se usa mucho para gente que vive en Cisjordania, en lugares que no deberían estar. Muchas veces, personas que apoyan a que se sigan haciendo colonias dentro de Cisjordania, cosa que está muy mal y no se debería hacer. Es ilegal. Son extremistas de derecha. Lo que veíamos ahí eran dos cosas. Sí se veía grupos de gente que uno ve día a día. Gente que va a destruir camiones de ayuda humanitaria es una minoría dentro de Israel, pero sí es una minoría que hace mucho ruido. Lo que nos pasaba también era que había mucha prensa internacional ahí que venía y que sólo querían hablar con ellos, y cuando hablaban con nosotros, las notas no las subían. Yo entiendo que eso es lo que más vende, pero al final es sólo un pedazo de la historia. Lo que pasó al final es que, tanto de lo que nosotros fuimos, ellos dejaron de ir porque ya no podían seguir yendo. Es una de las primeras veces que yo sentí que ganamos en algo.
–Que tenía un impacto lo que estaban haciendo.
–Sí, como un triunfo. Muchas veces lo que pasa con el activismo es que uno no ve los frutos de lo que hace. Y está bien, porque siempre estamos intentando construir a futuro. A veces cuando uno hace algo y ve que eso tuvo un impacto, es muy satisfactorio. Es desgastante el activismo político y esa fue una muy linda sensación. Nosotros lo organizamos, pero venía mucha gente de otras organizaciones también, de todas las edades. Cuando yo estaba ahí, vino una doctora que acababa de venir de un turno a la noche y dijo: "estaba por acá y dije 'voy a venir'". También ahora hubo una campaña en contra del hambre en Gaza, y fue una campaña grandísima que hicimos acá en Israel. La gente donaba comida y plata, y llenamos galpones y galpones de comida para poder enviar a Gaza. Seguimos trabajando con eso y estamos en la parte de que tenemos toda la mercadería y las cosas, y tenemos que empacarlas de cierta forma para que puedan aprobarnos mandar esas cosas.
–De alguna manera, por noticias que se leen sobre Israel, sucede que a veces hay una justificación respecto a la dificultad para cruzar camiones con ayuda humanitaria porque, de parte del Gobierno israelí, se dice que eso termina en manos de Hamas. Como que una vez que cruza la frontera, ellos no tienen control sobre en qué manos terminan estas donaciones. Primero, ¿eso es tan así? Segundo, ¿cómo ven ustedes con estas donaciones, que están juntando todo eso para enviar, si se pueden llegar a encontrar con algún obstáculo al momento de enviar?
–Sinceramente, yo creo que es posible que mucha de esta comida llegue a Hamas. Pero también se trata de lograr que lleguen a cuerpos internacionales que están ahí adentro que saben que van a llegar a la población, más que nada. Lo que sí es muy importante en la etapa en la que estamos es que la comida tiene que estar muy arreglada de cierta forma que nos aprueben para llevarla. Sí es posible que quieran atrasarlo y posponerlo, pero a su vez es sólo comida. Entonces, creo que no van a tener cómo hacer que no pase. Sí también a veces dentro de la sociedad es un poco complicado el decir que estamos juntando comida para Gaza, porque todavía mucha gente sigue dolida y no entiende cómo eso va a hacer algo, y es difícil. No todos piensan así y puedo dar fe en eso. No entendés la cantidad de donaciones y de gente que se acerca para seguir y para ir, para ayudar a organizar. Es hermoso y a la vez es difícil. Hacer más estaría buenísimo.
–De alguna forma, habla que no todos están de acuerdo de qué es lo que viene sucediendo hace muchos meses. También, me imagino que es muy difícil encontrar un punto medio respecto de quienes tienen un familiar, un amigo o que ha sido víctima de aquel 7 de octubre o que está activamente tras la frontera. Me imagino que es difícil conciliar eso. Hasta dónde uno puede charlar o avanzar con determinadas iniciativas sin herir sensibilidades.
–Es algo difícil. No tengo una respuesta para eso porque todavía lo estamos aprendiendo e intentamos ser sensibles con todo lo que pasa. Yo lo que puedo decir es que en los últimos días, hace una semana, nos levantamos todo Israel con una noticia de que encontraron seis cuerpos de secuestrados, y entre ellos, Hersh (Goldberg-Polin), que es un chico de acá de Jerusalén, que su familia es super activista con todo lo que está pasando ahora. Fue un golpe muy fuerte, porque más que nada lo que se dice es que ellos estaban vivos, y cuando se enteraron de que el Ejército estaba viniendo, los mataron. Lo que pasó es que todo el país empezó, diría casi espontáneamente, a salir y protestar. Ese día salimos a protestar todos para pedir que haya un acuerdo para liberar a los secuestrados y terminar la guerra. Para mí fue una reacción sorpresiva, porque yo pensé que la gente iba a reaccionar como "no, hay que matarlos a todos" y no fue eso. La mayoría de la gente en este momento quiere que haya un acuerdo para liberar a los secuestrados. No sé si eso se ve de afuera o si es algo de lo que se habla, pero la gente salió y luchó. Hubo muchísima violencia policial. Uno de mis amigos fue detenido. Todos los carteles que veías ahí, toda la gente que estaba ahí, los mensajes eran "tiene que haber ahora un acuerdo", "el Gobierno tiene que hacer algo", "Netanyahu asesino", "Ben-Gvir asesino". Nosotros como Standing Together salimos con el mensaje de parar la guerra y devolver a los secuestrados. Esta última semana el mensaje era obtener el acuerdo, parar la guerra y salir de Gaza.
Si bien tal vez hay mucha gente que no coincide con todas las partes de ese mensaje, sí es un mensaje que es importante que nosotros lo llevemos adelante. Me encantó ver a toda la gente por todo Israel saliendo a protestar todos juntos por algo en común. Si bien mucha de la gente que estaba ahí tal vez no era tan radical y lo único que quería era el acuerdo, para mí ya era importantísimo. También tenemos otra campaña ahora que es muy importante que es "Sí, Paz". Sería Ken Shalom en hebreo y Naam Salam en árabe. Para devolver esa palabra para la conversación del día a día. De a poco sentimos que esa palabra se volvió una palabra super extremista, que no se habla de eso. Vemos en la tele que no se habla de eso. Vemos que cuando se habla de las cosas, se habla de un acuerdo, pero no es suficiente. El acuerdo es casi una curita en lo que está pasando. Por eso, nosotros queremos devolver esa palabra a los debates del día a día. Si bien es una palabra que la habla la gente, que en la calle se habla y que está en las manifestaciones, esperamos que también vuelva a hablarse de eso en el Gobierno y en la gente que toma las decisiones.
–Con esto que decís de una movilización tan masiva, que no era algo que se veía en el último tiempo, ¿qué tipo de respuesta o reacción tiene no sólo en el Gobierno, sino en estos sectores más radicalizados en la sociedad?
–Dentro de la ultraderecha, más que gente haciendo publicaciones o diciendo cosas, no hay. Lo que sí notamos es que, por ejemplo, cuando estamos yendo a las protestas, vamos y volvemos, y si tenemos las remeras de la organización, la gente te va a gritar algo. El otro día estábamos en la protesta y vinieron unos chicos y dijeron: "si ustedes reciben a todos, ¿también reciben a los que discriminamos?". Es gracioso, porque yo veo un montón de esos que creen que la izquierda significa que recibimos a todos. También nos dijeron "ah, Standing Together. Van a terminar siendo 'Standing Solos' cuando matemos a todos los árabes", y gente así. Del Gobierno tenés de todos lados: gente que se queja de las manifestaciones, gente que no dice nada, que por ahí duele más eso. Nosotros no es que estamos viendo a la gente de los sectores más radicalizados, excepto de la izquierda. Por ejemplo, dentro de Jerusalén intentamos juntarnos el grupo de gente que estamos juntos. Si bien Standing Together es un movimiento más de izquierda, no es de vanguardia, sino más de masas.
–Lo que me interesa saber más allá de Standing Together, pero más sobre vos viviendo allá hace casi diez años, y siendo un país muy particular porque está conformado por migrantes. A partir de la guerra y toda esta profundización de la violencia en esa zona, ¿cómo se vive actualmente con amigos, amigas, al momento de tener una cita? Cuestiones cotidianas a partir de que ésto ha sucedido. ¿Cómo ha cambiado ese modo de relacionarse ahí adentro?
–Me encantó la pregunta, porque al final es nuestro día a día. Yo voy a decir que en mi día a día, tanto con la gente que vivo como con la gente con la que me relaciono, son mucha gente que piensa como yo, entonces es mucho más fácil. Pero cuando me junto con algunos amigos que no viven acá o gente que está más lejos, no es un enfrentamiento, pero sí es la charla. Es la charla de cosas que no coincidimos, o mostrar puntos de vista que el otro lado no ve. A mí sí me ha pasado que he dejado de seguir mucha gente que ha puesto cosas que no me han gustado, como cosas que ya ni siquiera al punto de volver a querer hablar. No se me ocurren en este momento, pero cosas como "hay que hacer un estacionamiento en Gaza". Cosas así que yo no quiero hablar con esa gente. Sí con mis amigos más cercanos me ha tocado tener conversaciones más incómodas, pero al final es también un poco entender que es una situación muy sensible y que a todos nos pega muy diferente, y que también no todos tenemos el mismo acceso a la información que otros tienen. Por ahí, si sólo ves cierto tipo de noticias o sólo te informás por redes sociales, menos vas a ver otras cosas. Sí me ha pasado que, por ejemplo, salir a citas y escuchar cosas y decir "esto hasta acá llegó". Como una persona que me decía "¡Ah, sos de Argentina! ¡Qué bueno que está Milei ahora!", y esa misma persona decirme que lo que tenemos que hacer es que Gaza esté en manos de Israel, y que hagamos esto y lo otro. Es complicado. Lo que te puedo decir del día a día es que desde el 7 de octubre no hay día que no hablemos de lo que está pasando. No hay día que no se hable de esto, no hay día que no sea un tema de conversación. No hay día que, tanto para estar triste como para seguir luchando, sea el tema de conversación de todos los días. Creo que nos afecta a todos.
Y creo que llegamos a un punto en que la gente está muy cansada. Hablo del israelí promedio, no de gente que está sufriendo en Gaza, gente del norte de Israel que está desplazada hace once meses, o del sur que están desplazados también. No voy a hablar de la gente que tiene su familia secuestrada o que mataron a su familia, pero el promedio es que, hasta que pasó esto del domingo, la gente había dejado de ir a las protestas y estaba cansada. En cierto punto, esto que pasó revivió el fuego de mucha gente y recordó qué es lo que está pasando. Hay momentos en que yo estoy cansada y que no quiero más nada. Cuando yo vine acá, vine porque Israel me importaba y quería estar acá. Y ahora ya estoy acá, pero yo me doy cuenta que en este momento, si de verdad mucha gente nos dice "zurdos traidores"... Pero para mí lo que yo estoy haciendo en este momento no es porque yo no quiera a Israel, sino todo lo contrario: yo de verdad quiero que sea un país que dice ser lo que es, que acepta a la gente que está acá, que cuida la gente que está acá. No importa si sos palestino, israelí, árabe o judío. Todas las personas deberían recibir el mismo trato y terminar la guerra. Si no termina ahora, lo que va a hacer Netanyahu es que haya una guerra eterna, y no queremos eso.