Vivir en la calle: ¿y después del frío qué?

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La Casa Beata Clara Bosatta ofrece alojamiento a unas 40 personas —sólo varones—. Según el Municipio, seguirá “abierta a demanda”.

¿Qué políticas se piensan para la población en situación de calle en Santa Fe? ¿Alcanza con un parador nocturno? ¿Qué rol cumple la GSI? Charlamos con referentes de organizaciones y con funcionarios.

Hace dos meses, el intendente Juan Pablo Poletti afirmaba que desde febrero había aumentado “entre un 30% y un 35% la cantidad de gente en situación de calle”, suba que evidentemente va de la mano del crecimiento de la pobreza en la era Milei; al cierre del primer trimestre de 2024 el 60,63% de la población del Gran Santa Fe es pobre, índice que un año antes se ubicaba en el 37,44%.

Según el Indec, entre el primer trimestre de 2023 y 2024 el poder adquisitivo cayó un 23,7% en promedio, pero el decil más pobre fue el que más perdió: 33,5%. Esto explica el aumento exponencial de la desigualdad, que alcanzó el mayor nivel en 17 años: desde 2007 no había una brecha tan grande entre ricos y pobres. En otras palabras: si la crisis empuja a gran parte de la clase media a la clase baja, a los que ya eran pobres los arroja directamente al abismo, o, lo que es lo mismo, a la calle.

Está llegando a su fin un invierno crudo, con temperaturas particularmente bajas, y, como siempre, quienes más lo sufrieron fueron las personas en situación de calle. Entre mayo y julio la Municipalidad relevó a 533 personas en esta situación, 455 varones y 78 mujeres; por sus características, se trata de una población fluctuante. El abordaje del Municipio para con el sector se sintetizó en el “Operativo Invierno”, que consistió en la entrega de 150 viandas diarias, ropa y frazadas, y la apertura de la “Casa Beata Clara Bosatta”, ubicada en Avenida Blas Parera 7740, que ofrece alojamiento nocturno, cena, desayuno y aseo a unas 40 personas –sólo varones-.

Si bien para la Municipalidad el balance del Operativo es positivo, la realidad es que no se vislumbran hasta el momento políticas públicas a largo plazo, que excedan la respuesta inmediata a la urgencia y que tengan en cuenta, además del hambre y el frío, otras aristas como la salud, la educación, los consumos problemáticos o la realidad de las infancias. Cada año, al finalizar el invierno, las organizaciones que abordan la problemática alzan la voz para denunciar que la misma no se extingue con el frío, y exigen soluciones estructurales que se conviertan en políticas públicas de largo aliento.

“No hay una planificación, no hay una visión proactiva sino reactiva, es decir, hay una presión social porque hay un clima adverso, en este caso el frío, y hay una respuesta paliativa a la situación”, afirmó Martín Mónaco, referente de Actitud Solidaria, Organización No Gubernamental que reparte comida en las calles desde 2010 y hoy atiende a 184 personas.

Desde la experiencia que le brindan 14 años de recorridas y un seguimiento personalizado y cercano para con la población –“nosotros hablamos mucho con la gente, los tenemos identificados, censados, con nombre y apodo”-, Mónaco considera que la respuesta del Municipio se sigue quedando corta: “El refugio tiene capacidad para 40 personas; solo con las personas que atendemos nosotros, habría 144 que están quedando afuera. No es una política de trabajo seria”.

Otra organización con experiencia en el abordaje de la problemática es Patria Grande, que está preparándose para llevar a cabo por segunda vez en Santa Fe el Relevamiento Nacional de Personas en Situación de Calle (ReNaCalle), que se realiza en diversas ciudades de todo el país. El año pasado, en su primera edición, el mismo había identificado tres motivos principales por los que las personas terminan en la calle: los conflictos familiares, la expulsión de sus viviendas y los consumos problemáticos. “Están llegando muchas más personas a la calle a causa del aumento del desempleo, del vaciamiento de los comedores y de la desregulación de los alquileres, y las personas empiezan a tomar la decisión de estar en la calle porque no les queda otra”, afirmaban desde la organización en julio, en diálogo con Pausa.

Ahora, desde Patria Grande expresaron su preocupación por el eventual fin del Operativo Invierno: “Como repetimos año tras año, la situación de calle no es un fenómeno estacional, no ocurre solo durante los meses invernales para luego desaparecer. Así como tampoco se resuelve con una cama y una vianda. No obstante, por insuficiente que sea esta política, su eliminación sólo resultaría en un agravamiento del problema”.

“El refugio está a disposición de la Municipalidad cuando haga falta”.

En diálogo con Pausa, Hugo Marchetti, secretario de Políticas Sociales del Municipio, aseguró que si bien “la intensidad de los recorridos disminuye” por la cuestión climática, la respuesta del Municipio seguirá “abierta a demanda”.

—¿Y el refugio seguirá abierto?

—Está a disposición de la Municipalidad cuando haga falta, por eso se lo mantiene. Lo que disminuye es la intensidad de los recorridos, pero si se necesita se abre. En estos días ya ha mermado la asistencia a un promedio de 15 o 20 personas por noche. Estamos discutiendo con el intendente qué hacemos cuando pasa el frío, pero por ahora no lo vamos a cerrar.

—¿Qué evaluación hacen del Operativo Invierno?

—Decir que salió bien es un poco raro, porque es una situación crónica que uno, en la medida de lo posible, va atendiendo, sobre todo en los periodos críticos. Pero la evaluación es buena, porque atendimos la situación y nunca hemos tenido un desborde o una situación que no hayamos podido atender. Cuando hay emergencia o desborde se activan otros dispositivos, pero en esta temporada con el “Beata Clara” afortunadamente alcanzó. Siempre hay bastante resistencia a ir al refugio, en general las personas insisten en quedarse en el lugar en que están. En el caso de las mujeres, que son muy pocas, ahí los refugios son casas que pertenecen a organizaciones sociales que están conveniadas con la Municipalidad, como por ejemplo Vincularte.

—¿Qué diálogo mantienen con las organizaciones que trabajan con esta población?

—Hoy el desafío es ver, pasado el invierno, qué estrategia en común nos damos con ellos, porque la verdad es que hacen una labor muy importante. Estamos viendo también cómo vincular con comedores comunitarios o merenderos a estas personas para que tengan acceso a un plato de comida. Lo que hemos notado en general es que las personas que están en situación de calle no lo están solamente por una cuestión económica, sino también por la obtura de vínculos con su núcleo familiar. Necesitamos hacer un seguimiento mucho más personalizado y ver qué posibilidades de realización tienen estas personas. Pasada la emergencia climática vamos a poder trabajar tranquilos, siguiendo más de cerca la situación de esta grupalidad.

Para Gastón Restagno, de Patria Grande, la gestión municipal carece de una proyección a largo plazo en materia de políticas públicas. “Que se abran un nuevo parador y un centro de integración social y que vuelvan los convenios para los dispositivos”, remarcó como los principales puntos pendientes: “Y, por otro lado, se necesita un plan de acción que les permita a las personas superar la condición de situación de calle involucrando al trabajo como eje central, para que la gente pueda planificar su vida. Ninguno de esos planes está siendo ejecutado por el Municipio”.

Además, Restagno reveló que buscarán involucrar al Municipio en el próximo ReNaCalle, que será a fines de septiembre o principios de octubre, y que se destaca, justamente, por procurar un seguimiento completo y personalizado de la población: “Funcionarios cercanos a Poletti nos han dicho que tienen intención de colaborar. También será parte la Universidad Católica, así que va a tener un respaldo institucional importante. Para solucionar un problema tenés que estudiarlo y conocerlo y para eso necesitamos saber cuántas personas hay en situación de calle, qué tipo de acciones las llevaron ahí, y después sentarnos a dialogar otro tipo de políticas públicas para mejorar sus condiciones de vida”.

Seguridad, ¿para quién?

El invierno también estuvo caracterizado por las recorridas de las camionetas de la Guardia de Seguridad Institucional (GSI), que en la gestión Poletti aumentó su campo de acción a partir del trabajo conjunto con la Policía. En particular, la GSI llevó adelante una intervención focalizada en la zona del macrocentro, que se complementó con la continuidad del relevamiento de cuidacoches y limpiavidrios que había iniciado la gestión anterior. Este último adquirió especial preponderancia luego de la aprobación en mayo de la ordenanza que prohíbe dichas actividades, y que representó un respaldo legal para “barrer” a las personas que las realizan del centro.

Según informó a Pausa Claudio Zapata, subsecretario de Prevención y Seguridad Ciudadana, el relevamiento contabilizó más de 200 cuidacoches, que hoy se redujeron a “menos de 35 por hora”, aunque algunos recurren a estrategias que les permitan burlar la restricción: “No los podemos erradicar porque es imposible, son personas que tienen que llevar plata a su casa. Hoy algunos buscan hacer otra actividad, se camuflan vendiendo alfajores o algo. Estamos teniendo reuniones con la Justicia para ver si podemos aplicar la ley de reiterancia en la actividad”.

Sin embargo, las personas en situación de calle están expuestas a la violencia de las fuerzas de seguridad, aun si no están limpiando vidrios o cuidando coches. Según datos del RenaCalle del año pasado, el 59% de las personas había sufrido algún tipo de violencia, siendo la Policía el principal actor.

Restagno cuestiona la política de “no dejar de laburar a los pibes y pibas que están en la calle”, y afirma que son ellos mismos quienes luego llegan a los dispositivos de la organización “para buscar un plato de comida, para buscar un colchón para dormir o una ducha para bañarse”: “Son víctimas también de la persecución a la noche, de que los corran y se los quieran llevar a otra zona de la ciudad. Necesitamos que se tomen cartas en el asunto, no solamente en materia de seguridad u ordenamiento urbano, sino también que se generen políticas públicas destinadas al mejoramiento de un sector que viene muy volteado.

El diálogo se desarrolla en la Plazoleta Ana María Acevedo, donde Patria Grande llevó adelante la cuarta edición de las Brigadas Solidarias, una actividad que se viene realizando a nivel nacional. Decenas de personas se acercaron a recibir un plato de comida caliente, una frazada y un abrigo, a cortarse el pelo, a medirse la presión y completar el calendario de vacunación y a recibir asistencia para reponer el plástico de su DNI o llevar a cabo trámites migratorios. El objetivo de la actividad –que planean seguir realizando mensualmente–, además de brindar asistencia, es visibilizar la situación de la población en situación de calle y su magnitud.

Hace poco, una pareja que vive en la calle desde febrero denunció a Pausa que la GSI, en conjunto con la Policía, le quitó todas sus pertenencias -colchón, frazadas, ropa, documentación y hasta un sánguche de milanesa que tenían para comer- y se las llevaron. A pesar de sus intentos por recuperarlas el día siguiente, no lo consiguieron. Según ellos, no fue la primera vez que sufrieron la arbitraria violencia de la Policía. Ella incluso relató que una vez le sacaron “una caja con regalos de sus hijos”.

“Nosotros tenemos un lugar fijo donde nos dejan descansar y ellos vienen, dicen que los llamaron, nos sacan las cosas y hacen que nos vayamos”, relata otro joven: “No te dejan dormir en ningún lado. Y se comen el abuso. Hay muchos oficiales que te tratan mal, que vienen a hablarte mal. Anoche a nosotros nos regalaron frazadas, vinieron de la GSI y nos llevaron todo. No sé qué hacen con las cosas. Las cargan atrás y se las llevan”.

Darle una solución a la gente

—En junio, julio y agosto, tuvimos registradas por denuncias 136 actuaciones en las que participó la GSI –relató Claudio Zapata, subsecretario de Prevención y Seguridad Ciudadana-. Es por personas que están en cajeros, plazas, estaciones, son lugares de los que nos vive llamando la gente. Nosotros, junto con la gente del área social, asistimos, los acompañamos y si no tienen posibilidad de traslado se los lleva al “Beata Clara”, donde duermen, se les da una cena y un desayuno. Son personas que por lo general no son ni cuidacoches ni vendedores ambulantes. Nosotros desde Seguridad tratamos de cumplir con la gente y que la gente pueda disfrutar del espacio público. Y la gente de acción social actúa asistiendo con comida, frazadas, y llevándolos al refugio.

—Decís que trabajan en conjunto con la gente de acción social, ¿esto es así en los recorridos, por ejemplo, que se hacen a la noche?

—No, no, no recorremos juntos, lo hacemos a requerimiento. Nosotros en realidad trabajamos con un patrullaje de cuadrícula al igual que la policía, porque tenemos un sistema de comunicaciones, así que estamos monitoreados y trabajamos por cuadrícula en forma ordenada. Pero si hay un requerimiento donde se necesita la presencia del equipo de asistencia social, los convocamos y ellos vienen automáticamente. Muchas veces cuando las denuncias entran al 0800 son derivadas a ambos lados y nos encontramos en el lugar casi al mismo tiempo.

—En el caso de los cuidacoches la actividad está prohibida por la ordenanza. En el caso de gente que esté durmiendo en la calle, ¿qué es lo que estaría prohibido en ese caso?

—No, ser indigente no está prohibido, la pobreza lamentablemente no está prohibida. Pero tratamos de que la administración del banco pueda trabajar tranquila, de que no estén en la plaza para que la gente disfrute y para dar asistencia a la gente que no tiene posibilidad de tener un techo.

—A veces las personas no quieren ir a los refugios, ¿qué pasa en esos casos? ¿Cómo se actúa?

—Son las menos los que no van al refugio, te digo que los puedo contar con los dedos de la mano. Se terminan yendo a la casa de alguien, a la zona más próxima que tengan.

—¿Y qué pasa con las pertenencias de la gente? He hablado con personas que me contaban que habían tenido problemas con eso, particularmente que les habían quitado las pertenencias, colchón, frazadas, incluso ropa.

—No, eso es un mito. Muchas veces nos llevamos las cosas porque se quedan a dormir en el Beata Clara y no pueden entrar con las cosas. Nosotros se las guardamos y van a buscarlas sin inconveniente. Otras veces no las van a buscar porque saben que la gente de Desarrollo Social les vuelve a dar una manta y un colchón. Tratamos de no complicarle la vida a nadie, porque sabemos la problemática en la que se encuentran. Pero con ese mito de las cosas, olvidate. Son muy bien hablados los chicos de la GSI, tienen muy buen trato. Yo resalto la sensibilidad que tiene el intendente y todo el equipo que está en la gestión. La prioridad hoy es darle una solución a esa gente, ya sea comida o un techo, porque no son un número, atrás de ese número hay una persona. Hoy la pobreza es un flagelo y va a costar un tiempo salir de eso.

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