Colapinto es un domingo con despertador

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El piloto argentino que llegó a la F1 provocó una revolución para el automovilismo y levantó a millones de compatriotas para ver una carrera. Empezamos a conocer al corredor tan nuestro como el mate y el asado.

A mi viejo le gustaba tanto el fútbol como el automovilismo. Un plan de domingo era levantarse temprano, prender el televisor, mirar la carrera de Fórmula 1, hacer un asado y salir a la cancha. Y arriba del auto en la radio sonaban los motores de fondo con el mítico Carburando al palo. A la tarde sonaba LT9, hasta que llegó Walter Saavedra (“porque 10 es más que 9” tiraba el gran relator), para escuchar el partido de visitante.

Un domingo a la mañana tenía olor a asado en el patio, imágenes de la tele con autos girando en “Mónaco” o en el “Zonda” de San Juan o la ochentosa radio Tonomac, al lado de la bolsa de carbón, con las carreras de TC.

En 2003 y 2004 me acerqué al automovilismo para ganarme el mango en la lejana Río Gallegos. Hacía móviles en los talleres, llegaba con cara de asombro y desde la fosa se escuchaba el “buenas tardes” de tipos que trabajaban con mamelucos gigantes para combatir el frío patagónico.

Los mecánicos me hablaban de temas que jamás me interesaron, los pilotos me contaban de radios de curvas y cuestiones técnicas que para mí eran como empezar a comprender el chino. Esa cuota de atrevimiento con tal de trabajar también tuvo su rédito: cuando miro el retrovisor me veo haciendo una nota con el Flaco Traverso en el cierre de temporada del Turismo Carretera en la capital de Santa Cruz.

Claramente no salí “tuerca” como mi papá, por eso hace varios días me pregunto: ¿por qué programé el teléfono para despertarme el domingo 15 de septiembre para ver una carrera de Fórmula 1? ¿Por qué hice todo el ritual de levantarme, prender el televisor, preparar el mate tempranero, sentarme en el sillón y prestarle tanta atención a todo lo que salía de esa pantalla?

Franco Colapinto es la respuesta con nombre y apellido, pero ahora, quizás, en la pulsión de estas palabras cargadas de sentimiento, asumo que hay algo –poquito– de lo heredado, y que ciertas cuestiones populares es mejor vivirlas para contarlas.

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Franco Colapinto, Williams FW46 during the Azerbaijan GP at Baku City Circuit

Carlos Reutemann, antes de ser el inundador de Santa Fe, hacía levantar a un país para ver sus carreras de F1. Eso se llama fenómeno popular. No lo dudo ni un segundo: después del fútbol, el automovilismo es el deporte que más público convoca en Argentina y por varias vueltas de ventaja pone muy alta la bandera del federalismo a pleno.

Ruta, asado, amigos, mate, rock, cumbia, cuarteto, vinos, cervezas, charlas interminables, carpa, lluvia, calor, frío y mucho ruido motor, mucho. Las correntadas sanguíneas del automovilismo están en su pueblo fierrero que desafía climas, kilómetros y economías de vacas flacas.

Escribo, pienso, siento y comienzo a encontrarle respuestas a ese domingo.

Colapinto

Buena parte del país y millones de “tuercas” del mundo empezaron a conocer a un pibe que tiene más argentinidad que el mate con bizcochos. Habían escuchado –los que saben– que a Colapinto “le alcanzaba con terminar” en la carrera del debut, que eso era “un gran paso para iniciar en la F1”. El joven de Pilar terminó en el puesto 12. ¡Carrerón en Monza!

A partir de ahí todo fue para arriba. El carisma del pibe, las métricas explotadas en las redes sociales vinculadas a la F1, y todos los calificativos positivos de los especialistas sobre el deporte motor lo pusieron al

argentino en un escenario ideal para que millones nos volvamos a levantar un domingo para ver automovilismo.

No solo nos levantamos. Sufrimos cada vuelta (53), aprendimos que la capital de Azerbaiyán se llama Bakú, y es hermosa y que la categoría está más pareja que hace unos años, y gritamos un choque a dos vueltas del final como un gol de Di María. Sí, festejar un choque vale, es como una celebración bilardista en beneficio del piloto que alentamos.

El palazo entre Charles Leclerc y Sergio “Checo” Pérez en la lucha por el podio provocó que Franco Colapinto saltara del décimo al octavo lugar. El que comentaba pedía en la tele pedía que lo pellizquen para darse cuenta que un piloto argentino volvía a sumar puntos después de 42 años. El último había sido Reutemann, que terminó segundo en el Gran Premio de Sudáfrica, el 23 de enero de 1982.

Hoy, 42 años después, Colapinto volvió a meter a un piloto argentino en el top 10 apenas en su segunda carrera en la categoría.

La presentación en su segunda carrera fue excelente, para los periodistas que dan puntaje a los pilotos para armar el “Power Ranking” las figuras en Bakú fueron Piastri, Leclerc y Colapinto, en ese orden.

Al finalizar la carrera el argentino tuvo un encuentro con Lewis Hamilton, uno de sus ídolos, y horas más tarde lo destacó como “el mejor momento del día”. El equipo Mercedes se hizo eco de esta publicación y la compartió junto a un gran elogio: “Vamos @FranColapinto, una estrella naciente”. Y en dicho posteo la frase del piloto bonaerense: “Mi mejor momento del día… qué locura y qué sueño hecho realidad darle la mano a Lewis después de una carrera juntos. Wow”.

Si es por elogios, su compañero de equipo en Williams, Alex Albon, fue categórico: “Tiene un ritmo rápido y su ética de trabajo y mentalidad son muy impresionantes para alguien de su edad. Sabe qué es demasiada información, sabe qué cosas necesita saber y también es un tipo seguro de sí mismo en el mejor sentido”.

Inolvidable primavera

Una semana después, en plena primavera argenta, llegó Singapur, la tercera competencia para Franco en un circuito durísimo y con una temperatura muy alta, y otra vez el rendimiento fue excepcional. Clasificó en el puesto 12 y en la largada pasó a tres autos. Sencillamente brillante.

Cuando los cinco semáforos rojos se apagaron y la carrera comenzó, el de Pilar fue por lado interno de la pista. Albon llegó a la primera curva por el lado de afuera. Otros autos también lo adelantaron y lo obligaron a girar por fuera del trazado. Colapinto fue uno de los dos pilotos que más puestos ganó en la largada. El otro, que también adelantó tres autos, fue Checo Pérez. Ambos tuvieron más adelante un duelo en la pista y el mexicano reconoció la buena conducción del argentino y lo difícil que resultaba pasarlo. De hecho, no lo pudo adelantar y le ganó el puesto al cambiar los neumáticos en boxes.

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En la parada técnica del cambio de neumáticos perdió algunos lugares y entró a pista en el puesto 11, y en esa ubicación llegó al final de la carrera. La síntesis en Singapur dejó un balance muy bueno para el argentino.

Colapinto completó su tercera experiencia como piloto de Fórmula 1 y consiguió una marca que lo metió dentro de la historia grande de su Williams, tal como señaló el periodista Gastón Trucco a través de su cuenta de X. Ninguno de los otros 74 pilotos que compitieron para la escudería británica, ni siquiera los que fueron campeones como Alan Jones, Keke Rosberg, Nelson Piquet, Nigel Mansell, Alain Prost, Damon Hill o Jacques Villeneuve, había terminado sus primeras tres carreras entre los 12 mejores.

A toda velocidad

La carrera de Colapinto tiene tanta velocidad como un F1 en recta larga. En 2013, con 10 años de edad, se subió por primera vez a un karting. Cinco años después estaba girando en la Fórmula 4 española. Saltó a la Fórmula 3 de la FIA y un día llegó a la F2 tras una gran campaña que comenzó en Argentina a través de las redes sociales, en la que se pedía el ascenso al Campeonato de Fórmula 2 de la FIA en 2024 con el hashtag: #FranColapintoaF2.

Desde Martín Migoya, fundador de la empresa informática Globant, hasta el productor musical Bizarrap se sumaron a la campaña. Cuando nadie lo esperaba se sentó en la butaca del Williams en F1.

No tuve tiempo para procesar que estoy en la F1, a veces me voy a la cama y me acuerdo de que llegué. Fue todo tan rápido, de un lunes en el simulador de F2 a enterarme un martes de que iba a correr en la F1”, dijo en una entrevista con ESPN.

Carisma

En cuanto a las entrevistas, por las que también se volvió viral en sus primeros días en la máxima categoría del automovilismo, dijo: “Me tengo que calmar un poco porque me van a echar a la mierda. Tengo que manejar un poquito mejor lo de las entrevistas, que ya va a venir con el tiempo. Me tienen que dar unas pastillas para relajar, porque salgo muy excitado y me paso de largo”.

Después de la carrera en Monza, el piloto fue noticia por la locura que generó en la recta principal. Los fanáticos se subieron al pitwall para tratar de cruzárselo y él les agradeció con saludos, fotos y autógrafos. “Los fans argentinos son únicos y lo demuestran cada fin de semana, con cada cosa que subo. Para mí es lindo interactuar con ellos, poder hablar, reírme con ellos, es algo que disfruto y creo que también ellos. Los otros pilotos no lo hacen y es algo que está bueno”.

Franco Colapinto fue tendencia en nuestro país durante varios días, pero además hizo estallar las redes sociales de la escudería Williams y de la propia F1. El pibe se pasea con un mate por las calles internas del callejero de Bakú y genera miles de “likes”, se va en sonrisas con una periodista española, termina octavo y hace explotar todo. El carisma de Franco flota en las redes y en muy pocos días en el mundillo de la Fórmula 1.

El argentino fue el piloto con más menciones en la red social “X” en el mes de septiembre. El pilarense tuvo un total de 391.400 menciones en la red social durante los últimos 30 días, eclipsando las casi 185 mil menciones que tuvo Charles Leclerc, el piloto de Ferrari y segundo en el escalafón. Tercero, con 83.900 menciones, quedó el otro piloto de la escudería italiana, Carlos Sainz.

Camino a San Pablo

Desde que explotó el “fenómeno Colapinto” las operadoras de turismo internacional se encargan de informar que creció la demanda de viajes a San Pablo para ver al piloto argentino. El próximo 3 de noviembre la F1 pisará suelo brasileño en el circuito de Interlagos.

Hay un dato que lo dice todo. Se trata de las métricas de Despegar, que revelaron que hay “un aumento del 340% en las búsquedas para viajar a San Pablo entre el 31 de octubre y el 2 de noviembre”.

¿Y cuánto sale ir a ver a este fenómeno del volante a Brasil? En algunos sitios, con las mejores ofertas del mercado, ofrecen tres noches (del 31 de octubre al 4 de noviembre) a $1.017.495 por persona, que incluye vuelo directo ida y vuelta, alojamiento con desayuno y entradas al evento.

Desde Aerolíneas Argentinas señalan que, ante esta tendencia, ajustaron su operación para satisfacer la demanda adicional: a los cuatro vuelos diarios habituales, se sumaron frecuencias adicionales para las fechas programadas.

Lo que queda

Franco Colapinto ya es un caso serio para la F1 e ingresó a la galería de la popularidad argentina. Mientras tanto nos preparamos para seguirlo al pibe en las próximas carreras:
• Estados Unidos / Austin – Circuito de las Américas: 20 de octubre
• México / Ciudad de México – Autódromo Hermanos Rodríguez: 27 octubre
• Brasil / Interlagos – Circuito José Carlos Pace: 3 de noviembre
• Estados Unidos / Las Vegas: 24 de noviembre
• Qatar / Losail: 1 diciembre
• Abu Dhabi / Abu Dhabi – Circuito de Yas Marina: 8 diciembre

Hoy, por elogiables méritos propios, el piloto está en boca de todos. Por condiciones deportivas y de alto profesionalismo empezó a pelear por un lugar en 2025, y por características propias de su manera de ser ingresó a toda velocidad a un lugar como las redes sociales, donde no hay muchas certezas de cómo se llega ni por donde hay que ir. Él llegó, se instaló y solamente despierta simpatía, respeto y admiración, algo que no abunda en la Argentina del odio.

Leyendo a los que saben de este tema, observando con un poco más de detenimiento algunos de sus gestos y prestándole atención a su comportamiento, todo indica que es un fenómeno que está naciendo, y que no se trata de una moda explosiva con final cercano, sino de un resultado que un joven buscó durante muchos años y en este septiembre se empiezan a ver los primeros frutos.

Miro por sexta vez la largada de Colapinto en Singapur: es una genialidad por donde se la mire. Quiero agarrar el teléfono, llamarlo a mi viejo, y que, desde el lugar que esté, me cuente que él también se volverá a despertar un domingo temprano para ver la Fórmula 1.

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