"La única lucha que se pierde es la que se abandona", decía una y otra vez Otilia, quien deja un legado enorme en la lucha incansable por la memoria, la verdad y la justicia.
A los 104 años, falleció Otilia Acuña, Madre de Plaza de Mayo y un emblema en la lucha incansable por la memoria, la verdad y la justicia. Un legado enorme para continuar en las calles con los reclamos y por mantener la memoria viva.
Hace un poco más de 40 años vio cómo los militares asesinaron a su hija, Nilda Elías, en la vereda de su casa. Ese dolor fue convertido en lucha y Otilia pasó a ser madre de todxs, Madre de Plaza de Mayo, y que hasta hoy nos demostró el camino en la búsqueda de justicia y en la reivindicación y protección de los derechos humanos.
También será recordada por su barrio Santa Rosa de Lima, la que ha compartido con ella muchos cumpleaños. Año tras año la casita de Otilia se llenaba de vecinos del barrio, docentes, militantes de distintas agrupaciones, amigas y amigos.
Valeria es nieta de Otilia Acuña e hija de Nilda y de Luis Silva, quien también era militante, y fue desaparecido. Valeria recuerda cuando Otilia viajaba los jueves a la ronda en Buenos Aires.
“Con mi abuelo era una pelea constante: ‘Nadie te va a devolver a tu hija, para qué vas’, le decía él. Y ella tenía que ir con nosotros porque no teníamos niñera, y mi abuelo no iba a cuidar chicos”, recuerda Valeria. “La mayoría de las Madres deben haber tenido que pelear con el poder represor de ese momento y con sus propias familias. Debe haber sido muy difícil”, analiza.