En Santa Fe hay 232 microbasurales: casi dos canchas de fútbol llenas de residuos. La recolección no funciona bien y hay cuadrillas que limpian sus barrios, pero no son reconocidas por la Municipalidad.
En el Gran Santa Fe se producen 500 toneladas de residuos por día, las cuales van todas a parar al relleno sanitario situado a la vera de la Circunvalación Oeste. De ellas, alrededor de 400 corresponden a la capital provincial. Mientras tanto, los microbasurales proliferan, y un alto porcentaje de ellos son permanentes, fundamentalmente en el norte de la ciudad.
Referentes del Movimiento Evita realizaron un estudio para proponer alternativas de erradicación de esos basurales y, sobre todo, para repensar un sistema de recolección que viene demostrando profundas deficiencias, y que no incluye a aquellos vecinos de los barrios más vulnerables que se organizan para limpiar sus hábitats o para recuperar residuos reciclables en terreno, sin ningún reconocimiento oficial.
Un patrón preocupante
El estudio liderado por Paula Canalis y Santiago Gunst surgió con el objetivo de analizar “cómo trabajaban las cuadrillas de higiene urbana, que son grupos de vecinos que se organizan para limpiar los barrios donde viven”. “A partir de este recorrido”, contó Canalis a Pausa, “detectamos un patrón que se repetía en absolutamente todos los barrios, que es el de los microbasurales”.
Hasta agosto de 2024, el grupo registró 232 basurales en Santa Fe. En Rosario, señalan, el mismo relevamiento indica que allí hay 270. “Pensar que una ciudad tres veces más grande tenga 270 microbasurales y nosotros 232 es muy alarmante”. A la hora de hacer la estimación de la superficie de estos basurales en la capital provincial, sumaron la superficie promedio de cada uno y el resultado tampoco es alentador: hay 11.224 metros cuadrados de desechos dispersos en distintos espacios públicos del ejido urbano santafesino. “Imaginémonos los estadios de Colón y Unión, casi llenos de basura”, graficaron.
El informe hace una doble clasificación de los microbasurales, según su permanencia y tamaño. Lo que se estableció es que mientras más grande es el basural, mayor tiempo queda en un lugar. Además, el mayor porcentaje de los basurales permanentes y semipermanentes (que a su vez son los más voluminosos) están situados en la siempre postergada franja norte de la ciudad.
¿Por qué se generan los microbasurales? “Lo podemos sintetizar en dos motivos: un mal funcionamiento del sistema de recolección de residuos y malos hábitos de los vecinos. Esos dos factores se retroalimentan entre sí, es decir, cuando funciona mal el sistema de recolección, los vecinos sacan la basura como pueden, donde pueden. Cuando los vecinos sacan mal la basura, el sistema de recolección no funciona bien”.
El rol de las empresas
El proceso de gestión de residuos tiene tres etapas: la de generación, cuando el vecino justamente genera la basura, en la cual teóricamente está obligado a separar en húmedos y secos, ponerlos en bolsas y sacarlos respectivamente el día que corresponde (martes, miércoles, viernes y domingos los primeros; lunes y jueves los segundos); la de recolección y traslado, en la que las empresas Cliba y Urbafé van puerta a puerta, juntan los desechos y los trasladan al complejo ambiental de la Circunvalación; y la de disposición final: la basura llega a dicho complejo y es separada en la planta de clasificación o depositada en el relleno sanitario.
“Para nuestra ciudad, el sistema de gestión de residuos en su totalidad implica el 17% de su presupuesto”, indicó Gunst. “Por eso tan importante entender cómo funciona y sus problemas”, remarcó.
Lo primero a tener en cuenta es que la legislación vigente en la materia es la ordenanza N° 11.549, que en el año 2008 aprobó el pliego licitatorio para la contratación del servicio de recolección, barrido y limpieza. La norma “planteaba la contratación de un período de seis años con una prórroga máxima de tres, pero hasta el día de hoy se viene extendiendo esa contratación de una forma muy poco transparente, lo que nos está impidiendo ver en detalle cómo se está contratando a las empresas para el trabajo que tienen que hacer”, comentó.
A su turno, Canalis destacó: “Ellos tienen la particularidad de que cobran por recorrido hecho y no por volumen. Esto significa que pueden pasar y no juntar los residuos”, ya que la forma de control es a través de lo que marcan los GPS que están en los camiones. Si la traza se respeta pero la basura no es levantada, es imposible distinguirlo.
Pero además, la ordenanza establece que “por un lado se les paga por la recolección y el transporte, que se abona por recorrido y por día, y como un ítem aparte, cobran el levantamiento de los basurales, por tonelada”. Curiosa situación, entonces: mientras más basura haya acumulada en espacios públicos, más remuneración obtendrán las empresas, que perciben recursos extra por su limpieza.
Repensar el sistema
El grupo de estudio del Movimiento Evita se hizo una pregunta clave en el marco de la gestión de residuos en Santa Fe: ¿funciona la separación obligatoria de la basura en origen? De momento, la respuesta sería no. Y no se trata de cuestionar a la modalidad en sí misma, sino de ir a los números: “Los porcentajes de recuperación oscilan entre el 2 y el 7%, en su mejor momento; son irrisorios”, sostiene Gunst.
Hace ya dos años y medio, Pausa recorrió la planta de clasificación que la Asociación Dignidad y Vida Sana maneja en el predio de la Circunvalación, y constató que los desechos que llegan los lunes y jueves (cuando solo deberían recibir secos) están en condiciones lamentables. Básicamente, los santafesinos tiran todo junto, y los pocos que separan comparten el cesto con un vecino que no lo hace, por lo cual en el camión se produce una mezcla húmeda e inclasificable.
En cuanto a los 30 lugares para depositar residuos de manera diferenciada distribuidos en distintos puntos de la ciudad (entre campanas y ecopuntos), allí la separación es verdaderamente eficiente, pero la cantidad no es suficiente. “Requiere de un acto de grandísima voluntad que vaya una persona y se acerque y haga ese trabajo. Entonces, ¿se separa bien en esos lugares? Sí. Pero el volumen que generan no es un cambio significativo para las toneladas de basura que tenemos en la ciudad”.
Estas consideraciones en cuanto a la generación, sumadas a las anteriores respecto a las demás fases de la gestión de residuos, no dejan dudas: es necesario repensar el sistema completo.
Los invisibilizados
El estudio del Movimiento Evita plantea alternativas para comenzar a reestructurar la gestión de la basura en Santa Fe.
Para la erradicación de basurales y el correcto arrojamiento de los desechos en aquellos barrios donde Cliba y Urbafe no entran (porque los vehículos no pueden transitar por el pésimo estado de las calles), propone la colocación de contenedores y la incorporación de las cuadrillas de higiene urbana. Y para la recuperación de reciclables, postula la inclusión de los cartoneros. Según sus cifras, de los residuos que estos trabajadores (hasta ahora) informales retiran casa por casa, recuperan entre el 92 y 97%, ya que su modalidad es distinta: hablan con los vecinos y coordinan con ellos cuándo pasar a buscar los materiales.
Al mismo tiempo, ellos perciben un dinero en la venta de esos residuos, y evitan que los mismos vayan a engrosar el ya colapsado relleno sanitario. Lo que los yanquis llaman ‘a win-win situation’. Todos ganan.
Con estos datos en mano, Canalis se pregunta: “¿Por qué las cuadrillas de higiene y los recuperadores urbanos no forman efectivamente parte del sistema de recolección oficial de la Municipalidad, siendo que existen, que limpian los barrios, que eliminan los basurales, que recuperan residuos que nadie pasa a recuperar?”. Es algo que debe responder el Ejecutivo local. Pero la voluntad de hacerlo dependerá de que asuma la necesidad de cuestionar el sistema de gestión de los desechos en su totalidad, y de que admita que se trata de una cuestión urgente para la ciudad.