Ante la Marcha Federal Universitaria, el rector de la Universidad Nacional del Litoral, Enrique Mammarella, detalló a Pausa el impacto feroz que tuvo el ajuste en la casa de altos estudios. Salarios deprimidos, obras perdidas, estudiantes que dejan por el alquiler, docentes que abandonan las aulas para buscar otros trabajos.
Enrique José Mammarella, doctor en Ingeniería Química e Investigador Adjunto de Conicet, está encarando los últimos años de su gestión. Es primera generación de universitarios en su familia, como muchos de los 50 mil estudiantes que hoy cursan en la UNL también lo son.
Al pensar sobre las cosas que dice el presidente Javier Milei sobre la universidad pública, reflexiona: "Siempre está tratando de dar un discurso de odio para nosotros. Cada vez que habla del Estado habla de parásitos o habla de los científicos como de ratas. No nos sentimos así, al contrario: estamos orgullosos de lo que se hace desde el Estado. Entendemos que un país puede ser desarrollado sólo incorporando conocimiento social hacia la producción. Esa posibilidad de trascender se construye en las universidades públicas y no hay futuro en una Nación sin ciencia y tecnología, sin universidades. La educación pública, la universidad pública, la ciencia y la tecnología son la base, no sólo de la movilidad social ascendente de nuestro país, sino también de un país en crecimiento, un país desarrollado. Es la base de la Argentina que queremos".
El impacto económico de la UNL en la región es difícil de abarcar. Desde la casa de estudios se hizo una investigación antes de la pandemia: por cada peso que recibe la UNL a través del gasto directo, en la región se multiplica por 3,42 en favor de la economía local. El trabajo, realizado por el Observatorio Social de UNL, no contempla el impacto de los resultados de las investigaciones. Por ejemplo, las regalías que puede producir el trigo HB4 y el HB11. Un solo dato más: el 42% de lo que exporta la ciudad de Santa Fe sale el Parque Tecnológico Litoral Centro.
Pero en la era Milei, el tema no es abrir un Aulario nuevo o financiar nuevas líneas de investigación. El tema es pelear para que el ajuste no termine de demoler la educación pública.
–¿Qué impacto tuvo en la UNL el ajuste del gobierno nacional en este año?
–Este año, como no tuvimos presupuesto, fue un año muy complejo. De entrada, la primera decisión del gobierno fue no distribuir los créditos presupuestarios, con lo cual, lamentablemente, mes a mes tuvimos que depender del ingreso mensual y fue muy difícil proyectar el año. Hasta el día de hoy seguimos con las asignaciones mensuales y no tenemos presupuesto asignado para lo que resta del año. Después, empezamos el año en una situación difícil porque no se habían actualizado ninguna de las partidas, estaba todo a valores del año pasado. En años de alta inflación, como fueron 2022, 2023 y 2024 eso hace un desfasaje muy grande. Tuvimos varias reuniones con el Ejecutivo, donde siempre se plantearon al menos cinco puntos de trabajo: salario docente y no docente, gastos de funcionamiento de las universidades, las becas de los estudiantes, las obras universitarias, los gastos de ciencia y tecnología y demás gastos. A lo largo del año lo único que conseguimos, y después de la primera marcha del 23 de abril, fue que los gastos de funcionamiento de las universidades se actualizaran, como se le había actualizado a la UBA, con el 270%, que fue la inflación del año 2023, todo el resto quedó mucho más atrás. Las becas recién empezaron a aparecer por el mes de abril y mayo, muy tarde para lo que es el inicio del año, y con un 70% de aumento, un valor irrisorio con toda la inflación del año pasado y este año. En lo que respecta a los salarios docentes y no docentes, hubo una decisión del gobierno de que las paritarias funcionaran directamente como un lugar donde se explicaba cuál era la pauta salarial que se iba se iba a dar a cada uno. Llegamos a este mes donde los docentes y los no docentes universitarios tuvieron sus pautas de aumento por debajo del resto de la Administración Pública. No sólo están atrasados con la inflación, sino que hay un trato diferente al resto de la Administración Pública. Más del 70% de los salarios universitarios están por debajo de la línea de pobreza, todos los salarios de ingreso a la universidad están por debajo de la línea de pobreza y eso hace imposible pensar en el desarrollo normal de un semestre. Y qué decir de estimular el inicio de alguna carrera académica o administrativa en la universidad, con esos valores es imposible pensar que podemos reponer nuestros cuadros.
–En ese sentido, ¿qué le dicen a usted los docentes?
–Estamos hoy ante una nueva marcha porque entendemos toda esta situación, no sólo en lo que hace a los salarios, sino que no ha habido decisión de ejecutar los presupuestos, que estaban a valores iguales similares al 2023, en ciencia y tecnología, en extensión, en doctorados. Sólo con gastos de funcionamiento hay que abrir las universidades, pagar los servicios, mantener los edificios, mantener operativo todo el sistema universitario, comprar reactivos para los trabajos prácticos, tratar de mantener activos los laboratorios, dar las becas a los estudiantes. Esto es muy difícil porque, día a día, nos pone en una situación de tener que tomar prioridades en la urgencia y siempre lo urgente deja de lado lo importante.
–¿No ha recibido comentarios de docentes que le digan que ya no quieren seguir estando en la universidad?
–Muchos docentes, fundamentalmente muchos docentes jóvenes se han ido de la universidad al sector privado o el exterior. Incluso personal administrativo también ha dejado la universidad porque los salarios están muy por debajo de la administración pública, ni qué decir del sector privado. Es muy difícil pensar no sólo en retener, sino también en el recambio.
–La UNL se caracteriza por hacer mucha obra, cuando dispone el presupuesto. Había ya sufrido casi una parálisis en el período 2015-2019, después habían retomado con las obras, avanzando con el Aulario y las Residencias Estudiantiles cerca de Ciudad Universitaria. Con este nuevo recorte de presupuesto, ¿qué obras tuvo que dejar en carpeta la UNL?
–Dentro de las obras que tenían un financiamiento de la Nación teníamos la segunda parte del Aulario, que está detenido. Habíamos firmado convenio por las Residencias Universitarias para la Escuela de Agricultura, Ganadería y Granja. Nosotros tenemos allí a nuestros internados. Hoy podemos atender a los estudiantes varones, pero no tenemos lugar para las estudiantes mujeres y esto es inconcebible, que las chicas tengan que levantarse dos horas antes para poder ir a la Escuela y que lo mismo pase al final de la jornada, porque no pueden vivir allí durante la semana. Teníamos planificada la segunda etapa de la restauración del edificio de la Manzana Histórica. Sí logramos terminar el traslado de nuestra Planta de Alimentos, que nos ha permitido dejar alquileres muy caros. Tenemos en marcha el Data Center, que empezamos ya hace casi seis meses, la única obra hoy que teníamos en funcionamiento, con presupuesto propio. Tenemos otras obras, que son obras menores pero que tienen que ver con mantener activo nuestro patrimonio. Hay edificios históricos de la Universidad que consumen mucho mantenimiento, como el de la Escuela Industrial Superior o la Biblioteca Gálvez. Más allá de las decisiones del gobierno, es nuestra responsabilidad estar encima de ellos.
–Desde el lado de los estudiantes, ¿notaron que haya cambiado el ingreso o la retención de estudiantes en el marco de la crisis?
–La crisis se nota y fuerte. Lo notamos fuertemente al inicio de los períodos. Eso se ve en la demanda de alquileres en Santa Fe y en nuestras becas, en cuanto a las necesidades a cubrir. Las demandas no son sólo económicas o de movilidad, sino de residencia. Muchos estudiantes han dejado de alquilar o han trasladado sus alquileres a otros lugares de la ciudad, han pasado a alquilar más en la zona norte. Incluso este año hemos vuelto a dar más bicicletas en nuestras becas de movilidad. Todas nuestras residencias están al 100%. Vemos más gente también procurando el transporte, siendo que el Boleto Estudiantil es gratuito; en el ciclo superior muchos han dejado de vivir en Santa Fe por la imposibilidad de seguir pagando alquileres y viajan más y esto hace también al problema de la disponibilidad de transporte público.
–En vista al año que viene, ¿cuál es su evaluación de la propuesta de presupuesto que presentó el gobierno?
–Creemos que es escasa porque no contempla más actualizaciones. La expansión del 2024 va a terminar siendo mayor que lo que han puesto para el 2025. Por eso, la Ley de Financiamiento Universitario, con la actualización de los valores por inflación, nos da un piso para poder pensar que el presupuesto del año que viene nos asegura al menos el funcionamiento a los valores que estábamos acostumbrados.