La directora del Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales del Litoral, Adriana Gonzalo, detalló a Pausa cómo el gobierno de Javier Milei aplasta con su política económica al sistema científico nacional.

Con la presentación del proyecto de Presupuesto 2025, el presidente Javier Milei delimitó su visión para el sistema científico nacional para el próximo año: una disminución mayor de las partidas presupuestarias para el sector. 

En este sentido, Pausa dialogó con la Dra. Adriana Gonzalo, directora del Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales del Litoral (IHUCSO), de doble dependencia UNL-CONICET, para conocer tanto la situación actual como las proyecciones a futuro del sistema científico local.

—En los últimos días se hizo la presentación del Presupuesto 2025, pero luego se supo lo que va a ser la propuesta de las partidas presupuestarias para el área de ciencia, y parece que va a haber un recorte aún mayor. ¿Mantienen algún tipo de conversación con funcionarios nacionales?

—No. Hay una desconexión absoluta entre las decisiones que se toman en el poder político central, lo que aparece después con (Daniel) Salamone y demás dentro del Conicet, y cómo llega la información y la toma de decisiones a los CCT y a los institutos, y es direccional. No hay ningún tipo de participación democrática en esto. No se nos toma en cuenta, de situaciones concretas de los institutos, de las particularidades, nada. Lo que está pasando claramente es que no hay ninguna política científica trazada del poder nacional, entonces lo que tenemos es una política económica trazada para todo lo público, entre lo que está ciencia y técnica, que somos los sujetos que “gastamos el presupuesto”, y hay que “reducir el gasto”. Esa es toda la política que tenemos implementada, no hay otra cosa. Inclusive, la gente que está en la dirección del Conicet, Salamone y el directorio, son todos funcionarios que están tratando de obedecer todo lo posible a lo que viene dado desde esta mirada política. 

—¿Eso es algo que notan que se ha profundizado en el último tiempo? ¿O es un leitmotiv más o menos desde que comenzó el Gobierno?

—La primera etapa que sufrimos fue la de incertidumbre total. Desde que asumió el Gobierno y los primeros meses de este año fueron así: incertidumbre. No se sabía qué iba a pasar. No teníamos ninguna información siquiera de qué iba a pasar con las becas, con los ingresos a la carrera; qué iba a pasar con el presupuesto. Se nos decía que el presupuesto estaba congelado del 2023. Entonces, fue como generar un poco de pánico en la incertidumbre. Esa fue la primera etapa. Luego, cuando hubo una reacción de: “Bueno, no los vamos a dejar que se mueran de inacción. Les vamos a dar algo de presupuesto para que funcionen”. En este sentido, la marcha universitaria fue un factor importante que repercutió en ciencia y técnica, y entonces el presupuesto que va para los institutos, se fue resolviendo. Hay institutos que no sabían si iban a poder pagar la luz o el gas. Ahora saben que pueden llegar a fin de año. Pero al mismo tiempo que pasa eso, lo que se va dando es un achicamiento fuertísimo de los mecanismos que sostienen el nivel de personas y de estructuras que conforman el Conicet. De 1300 becas que se dan habitualmente, se dieron 600. Después se dieron unas 240 más, o sea, llegamos a 840 becas doctorales de 1300. Después, en las becas posdoctorales pasó algo parecido: de 800 que se decían, se dieron 400 y algo más.

—¿Pero se otorgó la nómina y se efectivizaron? ¿O es que solamente se conoció la nómina?

—Prometieron unas 800 y luego se dieron efectivamente unas 470 becas. Después tenés un montón de gente que, al no haberle dado la beca posdoctoral, tenía la doctoral, pero no accede. Tenés una amplia cantidad de gente. Más de 500 personas que terminan la doctoral, pero no tienen posdoctoral. Entonces, no pueden quedar en el sistema. Ahí ya tenés un egreso por este achicamiento. Después, fijate, hace poco tuvimos una reunión en el CCT para evaluar algunas cosas, y ese día me dicen: “Hace exactamente un año que no hay ningún ingreso ni a carrera ni a CPA”. O sea, ya pasamos un año sin que nadie ingrese en el sistema. Entonces, achicamiento de becas doctorales, achicamiento de becas posdoctorales y ningún ingreso. De esas personas que fueron evaluadas para el ingreso al sistema y la carrera de investigador, se presentaron a convocatoria 2022, fueron evaluadas en 2023. De esas personas, hay más o menos 850 personas que fueron seleccionadas y hace un año que están en espera. Fueron evaluadas y están en espera de ver si se pueden incorporar en el sistema. Acá en Santa Fe son 51 personas. Son 51 personas que hicieron toda la formación posdoctoral y que tienen ya el ingreso dado, pero no se efectiviza. Todo esto es por una política económica. Entonces, esa es la situación en la que estamos inmersos. Cuando vos escuchás en las noticias el presupuesto y lo proyectás para el año siguiente... Si esto tuvimos este año, el año que viene esto va a ser peor. Acá en el IHUCSO tenemos un proyecto que se llama PUE (Proyecto de Unidad Ejecutora). Este proyecto fue presentado en el 2022, se ganó el proyecto e incluía becas doctorales, posdoctorales y un personal de apoyo técnico. A vos te dan el proyecto y te dan la posibilidad de que tengas becarios. Los becarios se presentan, ganan, o sea, son seleccionados, y este año nos dicen que fueron denegadas todas por falta de presupuesto. Entonces, hay chicos que se presentaron en esa convocatoria y están esperando hace un año, creyendo que ya está, porque si está funcionando el proyecto, las becas deberían salir. A continuación, nos aparece una información de que fueron denegadas, que fue hace un mes más o menos, y a los pocos días nos dicen: “Hubo una resolución del directorio, por lo cual ya no va a haber más becas PUE”. Los PUE son herramientas que el Conicet había implementado en su momento para dar mayor crecimiento y fortalecer a institutos nuevos. En 2022 nos hacen un presupuesto de $6 millones. A finales del 2023 nos dan la primera cuota de $1.200.000. En el 2024, nos dan la segunda cuota $1.200.000. ¿Te das cuenta? Con el gasto inflacionario, un proyecto que no tiene becas, que no tiene personal de apoyo afectado al proyecto, y te dan ese monto sin ajustarlo presupuestariamente, es como un salvavidas de plomo. Termina siendo una carga llevarlo a cabo con tan pocos recursos.

—En términos de la proyección de qué es lo que se puede esperar del Gobierno nacional, ¿existe algún diálogo con sectores del Congreso, algún proyecto en elaboración para intentar proteger lo que ya existe?

—Ojalá hubiese. Es una de las cuestiones que se están pensando. RAICYT (Red Argentina de Autoridades de Institutos de Ciencia y Tecnología) es el organismo que más está haciendo. Hay comisiones que se crearon y subcomisiones. Hay una que está trabajando esto, viendo qué sectores políticos pueden comprometerse con la idea de un proyecto alternativo. En realidad, para ser un poco crítica interna, las prácticas que hemos tenido casi todos los investigadores a lo largo del tiempo, han sido prácticas muy sectorizadas en relación con el ámbito en donde a vos te toca trabajar. Entonces, el bioquímico, para bioquímica, el de ciencias sociales, para ciencias sociales. Preocupados por generar papers, por tener becarios, por seguir una lógica que se fue imponiendo en un sistema que podríamos decir de academia. Algunos han hecho un poco de transferencia, según el área en la que están, pero no hemos crecido internamente con una conciencia más política.

—Como segunda parte, y porque lo traés a colación de forma sutil, me gustaría saber qué es lo que te provoca este tipo de aseveraciones respecto de que la ciencia debería estar orientada bajo una lógica de mercado.

—Lo que pasa en general, de esto que vos estás diciendo, aparece como algo que está como por debajo, pero ni siquiera hay una explicitación de ésto. Ojalá yo pudiera leer un documento, como sí leíamos durante la época de Macri, donde vos veías en ese momento que la orientación era más bien empresarial, que se iban a favorecer ciertos aspectos del desarrollo más en una vía empresarial. Ahora no tenés nada. A vos no te llega ningún documento, ningún trazo de ningún tipo, salvo estos discursos disparatados. Entonces, vos decís: “¿Cuál es la lógica de mercado?”. Y el ejemplo es Salamone, que trabaja con un laboratorio de la universidad para vender un sistema de clonación. Eso tampoco es una política de nada. Es un ejemplo de la manera en que él trabaja. “Si ustedes no tienen recursos, búsquenlos”, esa es la cuestión. Pero “búsquenlos”. No es que estamos pensando una vía de articulación con la industria. No. Lo que se piensa en lo que puede contribuir el sistema científico va en paralelo a que se quiere importar todo. Le abrimos la puerta a todos los sistemas de importación de lo que sea, extractivistas o cualquier tipo de actividad, y no desarrollamos acá “algo para”. ¿Se entiende? No es siquiera una política que está pensada para un mercado. Si estuviera pensada para un mercado, se estarían pensando articulaciones.

Dejar respuesta

Por favor, ¡ingresa tu comentario!
Por favor, ingresa tu nombre aquí