Bendiciones: Extraña y expandida modalidad de saludo que parece conferir a quien la ejerce carácter y rango de intermediario/a de la divinidad o de algo superior. Quizás asistamos, para bien y para mal, a una salvaje democratización comunista de ciertos dones y atributos que hasta hace poco eran monopolizados por sacerdotes y chamanes.
También es una forma común de referirse cariñosamente a la propia prole. Con razón o no, este uso es señalado como propio de gente de clase baja o, si se prefiere, de los sectores populares. Por lo cual, sirve además como forma clasista y despectiva de burlarse de dichos sectores. “Bendi” o “Bendis” repiten los memes de manera socarrona e inmunda. Patéticos memes compartidos por muchas personas pertenecientes a sectores de mejor posición en la escala social, como así también, y de modo indistinto, por muchas personas de la misma y estigmatizada fracción. ¡Lumpen proletariado!, quizás gritaría Marx, antes de darse un corchazo.
Mundo: “El agregado y conjunto de todas las criaturas racionales e irracionales, sensibles e insensibles, que componen el universo” es la definición –creacionista si las hay– del primer diccionario de la academia (1726-1739). Los siglos venideros fueron ampliando y complejizando sus usos, así como las sucesivas actualizaciones de la RAE, para bien y para mal (again), fueron variando morosa y moderadamente aquella definición primogénita. Del Mundo mundial es una forma contemporánea y risueña que parece haber tenido ya su mejor fama y con suerte, pronto, sus últimas chispas sean ya cenizas para luego ser la nada misma: El mundo seguirá como si el fugaz chascarrillo jamás hubiera formado parte de sí. La redundancia no se ríe a carcajadas podría haber sido uno de los grafitis del Mayo Francés.
No son muchos los futbolistas que ampliaron (ergo, enriquecieron) nuestra lengua. No hace falta decir que El Diego sigue siendo inalcanzable en ese podio, pero vale. A fines del siglo pasado, otro Diego, también Diez, muy ofuscado, supo decir que Boca era un cabaret y aquella metáfora, como puede notar quien está leyendo esto, cada tanto, retorna.
Latorre es hoy comentarista de fútbol y, precisamente, el mundo del periodismo deportivo nos ha provisto de una nueva curiosidad semántica. Ha logrado sustraer de una de las palabras más abarcadoras de nuestra lengua, una expresión que, fiel a su costumbre o estilo, vale a la vez como sentido figurado, literal, técnico y poético. No sé si debemos tal prodigio a nuestros compatriotas o si lo chetearon, pero en algún momento alguien dijo o escribió “Mundo Boca” o “Mundo River” y eso bastó para que se abandonara rigurosamente cualquier otra opción a la hora de referirse a los principales clubes. Los colegas del interior, desde luego, tampoco pudieron resistir la magnética tentación de la novedad. Cada vez que escucho esa forma usada para referirse a nuestros equipos locales siento una mezcla de incomodidad, risa y angustia y se me ocurren títulos como: “El Mundo Estación Quequén sigue feliz por el derby ganado a Ministerio de Necochea, más allá de la derrota”.
Conmovedor/conmovedora: Adjetivo que convendría prohibir por dos años. Se lo encuentra irremediablemente en toda promoción, reseña o crítica de películas, series, obras teatrales y novelas que hay que evitar.