Así vive la población LGBTIQ+ en Santa Fe

Población LGBTIQ+
Foto: Victoria Campana

Se presentaron los resultados del primer estudio a nivel país que busca generar información estadística de calidad sobre la población LGTBIQ+. Tres problemáticas clave: vivienda, salud mental y discriminación.

Recién en el censo de población de 2010, realizado tres meses después de la aprobación del matrimonio igualitario, comenzaron a registrarse algunos datos respecto de la vida de la población LGBTIQ+ en nuestro país. En aquel momento, específicamente, se registró por primera vez a las parejas de lesbianas, gays, trans y sus hijos. 

En el último censo, el de 2022, y a diez años de la sanción de la Ley de Identidad de Género, se incorporó la pregunta sobre cómo se considera la persona de acuerdo a la identidad de género. La respuesta tenía ocho opciones: mujer; mujer trans/travesti; varón; varón trans/masculinidad trans; no binario; otra identidad/ninguna de las anteriores; prefiero no contestar; ignorado. 

A pesar de estas incorporaciones a los censos, gran parte de la realidad de la población LGBTIQ+ continúa siendo una incógnita en términos estadísticos. Las investigaciones con volúmenes de información considerables, con muestras federales y rigor científico, son una cuenta pendiente. 

Allí reside entonces el valor de este Primer Relevamiento Nacional de Condiciones de Vida de la Diversidad Sexual y Genérica en la Argentina, cuyos resultados fueron presentados el miércoles 13 de noviembre en la Facultad de Humanidades y Ciencias (FHUC) de la UNL, que logró recopilar las condiciones de vida de más de 15 mil personas del colectivo LGBTIQ+. 

Un gran primer paso

“Había mucha investigación sobre distintos aspectos: amor, sociabilidad, erotismo, pero con respecto a las condiciones materiales faltaba información de calidad. El proyecto surgió para dar respuesta a eso”, comentó uno de los coordinadores del relevamiento, Maximiliano Marentes, en la presentación en Santa Fe. 

Este primer censo fue coordinado por un equipo de 50 profesionales de institutos y universidades nacionales y contó con el apoyo del hoy ya extinto Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación.

La información se recopiló mediante una encuesta virtual y autoadministrada que circuló entre mayo y agosto de 2023. Se recibieron más de 20 mil formularios y de allí quedaron 15.211 válidos. Una muestra tres veces más grande de la prevista inicialmente. 

Resultados en Santa Fe

En la actividad organizada por el Departamento de Sociología de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL y por el Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales del Litoral (CONICET-UNL), estuvieron presentes dos de los coordinadores del relevamiento, Maximiliano Marentes y Manuel Riveiro; el director del Departamento de Sociología, Ernesto Meccia; y la licenciada en Ciencias Políticas y becaria del CONICET, Sacha Lione.

Los investigadores presentaron y comentaron los datos obtenidos en la provincia de Santa Fe. De allí se desprende que 1128 residentes en el territorio santafesino respondieron la encuesta y la composición estuvo liderada por gays y maricas 39,4%, lesbianas 18,3% y mujeres bisexuales 16,8%. Luego les siguieron no binaries, travestis-trans y varones bisexuales.

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Educación

“Lo primero que podemos observar es una muestra con alto nivel educativo”, señaló Riveiro. En efecto, para la población general (según datos de la Encuesta Permanente de Hogares) la tasa de personas de 25 a 59 años con estudios superiores completos o más es de 24,2%. Para la población LGBTIQ+ censada en la provincia es del 53,4%.

Pero tanto en el aspecto educativo como en las otras áreas investigadas, las diferencias hacia adentro del colectivo no son menores: solo el 13,5% de la población travesti-trans tiene nivel educativo superior completo o más. También es esta población la que más denunció (35,1%) haber sufrido agresiones o discriminación de compañeros de estudio.

Trabajo

Al igual que con la educación, también se observan altas tasas de ocupación en el colectivo en general. Pero salvo las lesbianas (4,5%), el resto de las identidades tiene más desocupación (5,6%) que la población general (4,7%).

La investigación también sondeó las situaciones de discriminación laboral y allí se econtró que alrededor de un 60% de las personas trans encuestadas habían sido discriminada/os por su identidad de género, seguidas de un 40% de no binaries.

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Vivienda

Respecto de la vivienda, “uno de los principales indicadores de calidad de vida junto con la salud”, explicaron los coordinadores, las diferencias con la población general son significativas. El porcentaje de hogares propietarios para esa población general es del 65,4% y para la diversidad es del 23,1%. 

Salud mental

“El dato que más me llamó la atención son los altos porcentajes de autopercepción de depresión, ansiedad y estrés”, comentó a Pausa el docente e investigador Ernesto Meccia. “Paradójicamente, es una de las variables cuyos valores se distribuyen con más paridad entre todas las orientaciones”.

En efecto, el relevamiento incluyó un autorreporte de depresión, ansiedad y estrés en el último año según identidad sexo-genérica y los datos son realmente preocupantes. Según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR), de 2018, el 17,2% de la población general de entre 16 y 59 años reportó sufrir depresión o ansiedad. Estos números se disparan en el censo de diversidad: todas las identidades reportan niveles de ansiedad y estrés superiores al 70% y con picos de 97,7%. 

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Algunas conclusiones

  • El colectivo presenta condiciones de vida heterogéneas, pero con situaciones desfavorables comunes en algunos aspectos (no acceso a la vivienda propia, situaciones graves de salud mental, fuerte presencia de situaciones de discriminación y agresión).
  • El cisexismo es uno de los principales ejes de desigualdad a la hora de pensar las condiciones de vida. Si bien la discriminación reportada es alta en todas las identidades, las personas trans y no binaries evidencian mayor discriminación y condiciones de vida más precarias en todos los indicadores.
  • La información presentada aporta evidencias sobre la necesidad de redoblar esfuerzos para garantizar: continuidad educativa; inserción y permanencia laboral; mejoras en la atención adecuada en los servicios de salud, y herramientas para monitorear y erradicar agresiones y violencias en espacio público.

Qué puede esperar la población LGBTIQ+ de la era Milei

Este censo, además de su valor por ser el primero con estas características (volumen de la muestra, extensión territorial y rigurosidad académica), se transformará en un insumo clave para visualizar, en los próximos años, cómo las políticas de hambre, pero también los discursos de odio y discriminación, del gobierno de Javier Milei afectarán al colectivo LGBTIQ+.

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Consultado sobre qué tipo de retrocesos para el colectivo cree que son esperables en este contexto, Meccia señala: “Es muy complicado pensar esta cuestión, no sabemos hasta dónde pueden llegar los retrocesos con este gobierno. Ya son muchos: tenemos la disolución del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad; del INADI y el desfinanciamiento de organismos que trabajan cuestiones referidas a la diversidad sexual en el mundo de la Educación, la Cultura y los Derechos Humanos. En paralelo, existe un ataque sistemático en las redes sociales. No tengo recuerdos de algo parecido a lo que está sucediendo: para el gobierno ningún sentimiento es larvado. Todo es explícito: desde el ajuste económico hasta las promesas de despidos pasando por el odio hacia la diversidad sexual. Hay que estar muy atentos”.

—¿Creés que esta violencia puede significar una vuelta al clóset para muchos o, al menos, una retracción en la visibilización de nuestras identidades y/u orientaciones?

—Me cuesta pensar en una vuelta al closet en términos “culturales” porque creo que hemos avanzado mucho. Aunque, desde otro punto de vista, es posible que la violencia pueda llevar a que, en términos “estratégicos”, la gente comience a resguardarse, es decir, a prevenirse de hechos de violencia disminuyendo su visibilidad. Y esto no solamente puede suceder con nuestros asuntos: en la Universidad me ha sucedido que varios docentes me contaron que viven con temor a ser filmados y terminar masacrados en las redes por exponer autores críticos de cualquier forma de desigualdad social. ¿Quién podía imaginar tanta distopía?

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