Ese fue el lema de la multitudinaria asamblea ciudadana que se realizó en Santa Fe, con la participación de las más diversas fuerzas políticas y sociales. Combatir los discursos de odio, asumir errores y buscar la unidad, las claves para reconstruir desde el terreno.
Habían pasado unos pocos minutos de las 9 de la mañana de un sábado y la convocatoria ya aparecía como masiva. Decenas de jóvenes iban y venían por el estacionamiento y el salón de entrada de la sede de Festram en Santa Fe. Adentro, referentes —jóvenes y no tan jóvenes— de distintos espacios vinculados al PJ, la izquierda y otras expresiones conversaban entre sí, a la espera de lo por venir. Había hombres y mujeres del Movimiento Evita, Ciudad Futura, Comunidad, Patria Grande, Peronismo de Pie y Unidad Popular, entre varias más.
El objetivo: reunirse en una asamblea ciudadana bajo el lema “Defender la Patria y construir lo nuevo”, que comenzó a las 10:00 de ese 23 de noviembre. La necesidad de hacer catarsis ante el aciago contexto actual, la urgencia por buscar caminos de unidad y de reconstrucción de la esperanza, hicieron que el evento se extendiera por más de cuatro horas.
“Nosotros entendemos que tenemos que llamar a este tipo de instancias de encuentro, primero para escuchar lo que los distintos sectores de la sociedad tienen para decir respecto a lo que están viviendo en este momento, en el que las políticas económicas y sociales tienen el gobierno nacional y provincial están siendo muy agresivas con algunos sectores, y segundo porque entendemos que hay que defender aquellas cosas que pudimos construir a lo largo de más de 100 años en la Argentina”, explicó a Pausa Leandro “Kiko” Busatto, uno de los organizadores y primer orador de la asamblea.
El referente del kirchnerismo en Santa Fe no le esquiva el bulto a la autocrítica.
—¿Qué pasó?¿Por qué se votó lo que se votó? ¿Por qué estamos donde estamos?
—Porque la política en algún momento perdió el rumbo, en algún momento dejó de hablarle a la gente y empezó a hablar de los problemas de los dirigentes. Eso generó mucha frustración, y por el camino de la frustración se metió un fenómeno que interpeló desde otro lugar y que nosotros no vimos venir. Es todo de la política que haya llegado Milei, no tiene la culpa la gente, ni tampoco es un tema que se recueste en situaciones extremadamente ideológicas. Lo que hubo fue un fracaso de la política como herramienta de transformación y de vehículo de la expectativa de la gente, y eso es culpa de la política.
—¿Cómo se sale desde las bases, para que puedan comunicarse con lo que vos nombrás como ‘la política’?
—Hablando mucho y llevando a la dirigencia política abajo. No se sale de otra manera si no es escuchando y participando. Por eso nosotros queremos que los protagonistas de esta historia en este momento tienen que ser los ciudadanos y las ciudadanas, no los dirigentes políticos. Los protagonistas de esta parte de la historia para escribir una película diferente tienen que ser aquellas personas que estén dispuestas a construir desde su lugar, desde la docencia, de los jubilados, de los laburantes, de los empresarios.
“Para nosotros es fundamental la renovación o transformación generacional”, refrendó la diputada provincial Lucila De Ponti en diálogo con Pausa. “Tiene que ver en parte con las edades pero tiene que ver también y fundamentalmente con una forma de entender y de practicar la política que para nosotros es de abajo hacia arriba, desde el territorio, dándole protagonismo a las construcciones que hoy mismo ya se encargan de resolver y de trabajar en el abordaje de problemas de todos los días, construyendo respuestas, construyendo salidas. Eso tiene que convertirse también en un programa político y ese es un poco el desafío que nos convoca”.
De Ponti utilizó una palabra que se escuchó como un eco recurrente durante toda la jornada: “crueldad”. “Construir lo nuevo es la responsabilidad principal que tenemos para oponernos, para enfrentar este modelo que es de crueldad y de deshumanización, que se expresa desde el gobierno nacional”.
A esa crueldad se refirió durante su participación Leandro Wolkovicz, reconocido militante del colectivo LGTBI, sin dudas de las comunidades más golpeadas por la gestión de Javier Milei. “Lele” habló de la lucha diaria no solo por defender los derechos conquistados, sino hasta por la más mínima subsistencia. Y habló de una cuestión que resonó también en otros varios disertantes: los discursos de odio, ese virus que se viene expandiendo y que apunta directamente a los sectores populares y las disidencias.
Explicar lo obvio
A su turno, y con gran elocuencia, la docente Analía Molinari hizo hincapié en el nuevo y difícil desafío de estos tiempos: “volver a explicar lo obvio. Todo lo que creíamos que se había alcanzado en materia social, política y cultural, no alcanza. Dimos por sentado que no había que explicar la política de derechos humanos, ni la importancia de la ESI y un montón de cosas más y sin embargo sí debemos hacerlo”.
Esteban Robaina, de la UTN Reconquista, la respaldó poco después: “Nosotros tenemos que explicar la importancia de la ciencia en el desarrollo. La importancia de la educación como productora de la ciencia social, como generadora de conocimiento, de pensamiento crítico. Tenemos que volver a hacerlo”.
¿El camino? Volver al terreno y encontrar la unidad. “Venimos de esas internas que no suman, sino que lo único que hacen es dividir, y es lo que permitió que la motosierra llegue a la Nación”, advirtió Andrés Calvo, jefe comunal de María Luisa.
“La militancia nos ha dado la convicción de que las realidades crueles se transforman sin abandonar la calle. Porque ellos nos quieren fuera de la calle. Que no nos quiten los sueños”, alentó Claudia Baigorria, secretaria general de la CTA Santa Fe. Desde el Movimiento Evita Reconquista, Haydeé Vargas la secundó, pero también hizo su mea culpa: “Hemos fallado en los terrenos”, admitió. “Hemos perdido los territorios y está bueno que lo podamos reconocer. Porque eso nos va a enseñar que no tenemos que volver a cometer ese error. No permitamos que nos invadan. Si nos mantenemos juntos, unidos, con este propósito de esta construcción de la Argentina, lo vamos a lograr”.
Poco antes de que todo comenzara, el diputado nacional Eduardo Toniolli coincidía con ambas al hablar con Pausa: “Tenemos que desbordar nuestros compartimentos estancos para empezar a pensar juntos esta coyuntura que nos agobia, intentar buscar de a poco alguna síntesis para enfrentar esta situación aciaga que estamos viviendo, pero sobre todo para empezar a reconstruir una alternativa a este escenario deshumanizante en el que estamos parados. Los argentinos y los santafesinos también.
Más adelante, postuló sobre los objetivos de la ardua jornada: “defender la patria, que es defender el espacio de lo común, lo que nos une, que es defender los valores y las instituciones también que alguna vez hicieron grande a la Argentina y que este régimen que pretende instalar Milei quiere arrasar, y por otro lado la idea de construir lo nuevo. Que lo nuevo no es despojarnos cada uno de nuestras identidades ni tampoco es sentarnos en una mesa para pensar todos lo mismo. Lo nuevo es recrear de alguna manera una vieja tradición argentina que es la de dejarlo todo para defender la patria, para defender nuestra causa común, para enfrentar a los que a lo largo de la historia nos han querido despojar de la más mínima dignidad. Entonces, construir lo nuevo es una síntesis entre la historia, la tradición de lucha del pueblo argentino, las distintas identidades, pero también la inteligencia para enfrentar los desafíos del presente”.
El legislador del Movimiento Evita tampoco escatimó en autocrítica: “La política en general, y en particular la política del campo popular, del campo nacional, fue abandonando su vocación transformadora, su potencia transformadora, fue abandonando la vocación por trasladar a realidades concretas los anhelos de nuestro pueblo: poder tener un buen laburo, llevar un plato de comida a la casa, poder construir una piecita en el fondo, o tomar mate en la vereda sin que vengan y te peguen un tiro. Cuando la política dejó dejó de hacerse cargo de esos anhelos, bueno, aparecieron viejas ideas con nuevos ropajes para decirnos que lo mejor que le pasó a la Argentina fue esa etapa de crecimiento hacia afuera, la etapa del modelo agroexportador, fin del siglo XIX, principio del siglo XX, y que tenemos que volver a esa etapa, borrando de un plumazo todas las conquistas, todo el proceso de industrialización, de complejización de nuestras sociedades, que es lo que nos dio el siglo XX”.
En todo caso, como dijo alguno de los oradores replicando a Otilia Acuña, “la única batalla que se pierde es la que se abandona”. “No hay que perder la esperanza. Si no tenemos la esperanza de construir algún camino diferente, yo creo que no tenemos más razón por la que vivir”, dice, convencido, Kiko Busatto. “Pero no es la esperanza en lo ciego, en lo que no se puede palpar, es la esperanza en esto, en gente que se convoca un sábado a la mañana para construir una alternativa, para alumbrar el futuro y para dar las discusiones que hay que dar”.