La economista Mercedes Marcó del Pont ocupó cargos de gestión fundamentales en las gestiones del Frente para la Victoria y el Frente de Todos. Entre otras, estuvo al frente de la desguazada AFIP. Un mano a mano sobre cómo el gobierno está armando una aspiradora de recursos en favor de los más ricos y en contra de los que menos tienen.
Mercedes Marcó del Pont tiene un apellido sonoro pero también asociado a varias experiencias nacionales y populares. Fue directora de AFIP pero también presidenta de los dos bancos nacionales de referencia, el Nación y el Central, donde produjo una de las diez reformas basales de los últimos 30 años: la reforma de su Carta Orgánica. “Recién llego al país y me torturaron a llamados y son los primeros con los que voy a hablar”, nos dice y distingue. Salió nota con eje en la transformación de AFIP, pero que repasa luces y sombras del pasado reciente y algo de lo porvenir.
–¿Cómo ves el revoleo de cifras conque el gobierno y algunos medios están justificando al achicamiento de AFIP, a poco de convertirse en otra sigla, ARCA?
–Hay que relativizar el tema de los números conque se justifica el achicamiento de AFIP, me parece que esto hay que contextualizarlo en el proceso de desmantelamiento de las capacidades estatales de éste gobierno, capacidades garantizadas y previstas en la Constitución Nacional para dar servicios y controlar una serie de actividades en el territorio nacional. Previo a ésta decisión, el gobierno viene tomando medidas concretas de reforma tributaria en beneficio de los sectores más ricos o con mayor capacidad contributiva, teniendo ya una estructura tributaria regresiva donde el IVA ocupa un lugar cada vez más central y Bienes Personales, cuya alícuota nosotros habíamos elevado, es cada vez menos significativo en la recaudación total. Después, en Aduana se vienen tomando decisiones que pasan desapercibidas, como la virtual eliminación de todo el sistema de precios de referencias, que nosotros en el gobierno anterior habíamos recuperado pues durante el macrismo se habían desmantelado. Sin estas herramientas no se pueden detectar maniobras de sub o sobre facturación en perjuicio de AFIP, del Estado y de todos los argentinos.
–De hecho, si uno recorre medios habitualmente, es o era constante la presencia de la AFIP y la Dirección de Aduanas en esos procedimientos contra cerealeras y puertos, incluso contra cuevas que participan de esos procesos.
–Absolutamente, ¡y el contrabando como tema muy presente! Es una decisión que desprotege al país, desmantelar precios de referencia y bajar aranceles aduaneros es una medida contra el trabajo y la producción nacional. El fenómeno que estamos viviendo en Argentina es una acelerada sustitución de importaciones negativa, se promueve el trabajo extranjero y esto es una definición política de este gobierno consistente con ésta visión de eliminar los controles estatales para beneficio del poder económico o del mercado, que no son los monotributistas. Esta es la primera cuestión que quisiera poner de relieve, si el presidente dice que los impuestos son un robo y que el que fuga es un héroe, todo lo demás, el desmantelamiento y la desprofesionalización de AFIP entre otras medidas, viene por añadidura.
–Otro modo de “achicar el Estado para agrandarle el bolsillo” a los empresarios más ricos del país.
–Exactamente, yo espero que esto se choque contra convenios y derechos adquiridos pero ellos están tratando de provocar una deslegitimación de lo público que facilite su destrucción. Esto de que AFIP es una casta no lo comparto, yo puedo poner en discusión si el personal jerárquico político tiene que tener sueldos más altos que los de cualquier otro funcionario de primer nivel, de hecho, cuando yo fui directora decidí bajar el coeficiente de la Cuenta de Jerarquización (del 0,75% al 0,65% del importe de recaudación), pero lo que no se puede discutir es que para controlar al poder económico se necesitan perfiles profesionales y técnicos muy especializados.
–Todos los entes de control descentralizados que además son autárquicos tienen escalas salariales para la alta burocracia superiores al resto de los organismos, a través de distintos incentivos, además de que un CEO de un empresa exportadora o un experto en montar ingenierías de lavado y evasión, sea del JP Morgan o de un estudio contable, gana lo que el funcionario mejor pago del Estado y más.
–Esto se discute en todos los ámbitos multilaterales, es un problema global que ocupa el diálogo que tenemos con profesionales y dirigentes de muchos países latinoamericanos. Cómo fortalecemos las capacidades fiscalizatorias y recaudatorias en un contexto no sólo de globalización incesante sino con niveles de complejidad en las arquitecturas empresariales y de digitalización para la circulación de operaciones y capitales que siempre están por delante de los estados nacionales. Hay muchas zonas grises de la elusión tributaria, trucos sofisticados para no pagar, sociedades fantasmas, guaridas fiscales, mamushkas empresarias diseñadas por estudios contables poderosísimos, tenemos que tener un estado con recursos humanos y tecnológicos de altísima preparación y última generación.
–Ya que mencionas esto déjame hacerte esta pregunta, porque hablando de AFIP y las capacidades estatales para analizar modernas estructuras empresarias tenemos el caso Vicentín. En Pausa publicamos hace tiempo una nota a Alejandro Gaggero y Gustavo García Zanotti decían que “el Estado argentino tuvo la mejor información pero no las herramientas para intervenir y asesora al gobierno”. Cómo está la AFIP o como estaba en ésos asuntos al momento en que la dejaste?
–Nosotros teníamos un plan estratégico a través del cual incorporamos tecnología en sistemas satelitales y programas específicos en Aduana, en la calificación de recursos humanos y en lo que denominamos fiscalidad internacional, donde se necesitan perfiles profesionales vinculados al análisis de precios de transferencia internacionales y las metamorfosis de las multinacionales. Del otro lado del mostrador hay muchos recursos todo el tiempo, hay avances continuos, no podemos quedarnos atrás. Y el caso de Vicentín que mencionas fue todo un asunto que monitoreábamos desde la provincia de Santa Fe, cuando se decide ir contra ellos no había conciencia exacta de la estructura contra la cual se iba, más allá de la decepción que significó no avanzar, el daño simbólico que le hizo al gobierno. Fue una frustración para todos, mal parido desde el vamos y política y simbólicamente muy duro.
–Pero ustedes siguieron investigando. Siguieron desnudando los números reales de estrés financiero y de la quiebra fraudulenta.
–Sí, con todo el equipo de Fiscalización Internacional se trabajó enormemente para tener capacidad de analizar la información financiera y tributaria de Argentina con otros países. Trabajamos mucho para fortalecer esas capacidades, y ahora el gobierno dice, con crueldad y cinismo, que va a eliminar más de 3000 personas. ¡“Tenemos una buena noticia” dicen! Sin expresar criterios ni prioridades que no sean “la plata y los negocios de cada uno le pertenecen y el Estado no tiene nada que decir”, es terrible.
Nosotros hacemos una cuenta bestial, números gruesos que no te pedimos suscribir. Pero si la AFIP tiene 21.400 empleados y echan 3155 (hasta el momento y sin contar los 789 que desvincularon en éstos 9 meses), la reducción sería de más del 14% del total. Dicen que van a ahorrarse $6400 millones anuales pero en realidad, si ese 14% impactara en la capacidad recaudatoria, perderíamos más de $20.000 millones.
–¡Son tus cuentas! –exclamó entre risas–. Pero efectivamente el perjuicio va a ser mayor que el “ahorro” en sueldos de personal que están anunciando. Hay otro dato de AFIP que quiero reivindicar y no es un número, es el acervo de información que tiene AFIP en cantidad, en calidad y de la capacidad de procesamiento que teníamos y estimo que aún tiene. A nosotros nos sirvió en la pandemia para pagar en menos de dos meses el salario a más de tres millones de trabajadores y eso se hizo por el diálogo con Economía, Trabajo y el ANSES. Se pudo hacer a tiempo con una política reconocida globalmente.
–Y el famoso Aporte Solidario de las grandes fortunas, cuya base imponible hubo que actualizar en tiempo récord. No está mal mencionar estas cosas cuando parece que todo lo que pasó entre 2019 y 2023 estuvo mal o fue directamente un desastre.
–Absolutamente, ese pago fue un éxito por la base que mencionas y por las capacidades jurídicas para defenderlo frente al avance de los famosos estudios contables que decían que era inconstitucional y expropiatorio y apelaron para no pagar. Eso fue exitoso y permitió poder hacer políticas anticíclicas. Eso que esta gestión desprecia cuando destruye al Estado para darle todo al mercado, nosotros tenemos que seguir de cerca qué pasa con ese acervo informativo que tiene secreto fiscal y no puede ser cooptado por el sector privado, no hay garantías hoy de que eso no pase. El plan de este gobierno es destruir las cosas que funcionaron bien, no las que había que corregir y comparto que había que hacerlo, pero Milei está haciendo otra cosa.
–Si la recaudación sigue cayendo interanualmente (casi un 10% en términos reales) y mes contra mes, ¿cuál es el destino de este modelo? Te lo pregunto como economista.
–Es el común denominador de todos los planes de ajuste fiscal neoliberales y puede ser el límite que estamos buscando si la gente empieza a reaccionar, porque el ajuste va a ser permanente. El achicamiento de la actividad productiva, achica la recaudación de impuestos por reducción de alícuotas a los sectores más ricos y no se ve ningún elemento que detenga la caída o dinamice una recuperación. Sumale a eso la promoción de la informalidad y el trabajo precario, cuya fiscalización también era incumbencia de AFIP junto al RENATRE y otros organismos estatales. Olvidate de eso desde la reglamentación de la Ley de Bases, menos recaudación todavía y más injusticia social. Pero el freno del que hablábamos debería surgir desde los legisladores de todo color que están traicionando el mandato popular, la promesa de defender los intereses populares. Hago excepción del bloque de Unió por la Patria que se mantiene unido y coherente. A diferencia de otros experimentos neoliberales la crisis fue promovida de arranque y los tiene a todos retrocediendo.
–Más aún, la referencia de Carlos Menem como prócer y mentor de Milei es inexplicable. Menem hizo todo lo contrario fusionando DGI y Aduanas al crear AFIP, para fortalecer la capacidad recaudatoria, no para debilitarla.
–Sí, pero Milei tiene un desprecio nunca visto por la gestión estatal, no sé cómo va a decantar esto, ni para la AFIP ni para el resto de las estructuras del estado.
–Hay dos sectores que también podrían hacer algo para parar esto, los gremios que tienen lista de unidad dentro del organismo y los gobernadores a los que los recursos coparticipables les caen con la caída de la recaudación. ¿Cómo los ves? ¿Qué expectativas tenés sobre éstos dos factores?
–En el primer caso ya están con medidas de fuerza y el rechazo al achicamiento del organismo, en el segundo no veo coherencia ni vocación de enfrentar a éste gobierno. Casi todos los gobernadores apoyaron el RIGI, un extractivismo contario a la industrialización en las provincias y la creación de empleos de calidad, que impactará en la recaudación y le quita al Banco Central la capacidad de acceder a los dólares que se generen para administrar el mercado de cambios. Habría que preguntarles porqué apoyan a alguien que hace todo lo contrario de lo que está haciendo el mundo pero también Chile, Bolivia y Brasil por ejemplo. ¡En la OCDE se está debatiendo un impuesto del 15% para las multinacionales, un impuesto mínimo! O cómo se mejoran las estructuras tributarias domésticas yendo por los sectores de mayor capacidad contributiva.
“Una batalla cultural que estamos perdiendo”
–Mercedes, otro de los factores por el que algunos sectores festejan el achicamiento de AFIP es por “la presión tributaria excesiva” comparada contra no se qué, porque según la misma OCDE Argentina está 38 entre más de 120 países, hay países europeos y latinoamericanos como Brasil por encima.
–La presión tributaria es otro mito histórico de la derecha, acá comparan con cualquier país y como decís Brasil puede ser un parámetro, pero estamos por debajo. Lo que hay que discutir aquí es la progresividad de la estructura tributaria, si tenemos equidad horizontal y vertical. Tienen que pagar más quienes más tienen y debe haber un trato equitativo para todos los sectores. Tiene que haber un impuesto a la riqueza progresivo, incrementarse la alícuota de bienes personales y hacer lo que se intentó durante el gobierno anterior, donde no sólo se revirtió lo hecho por el macrismo sino que se bajó el impuesto a las ganancias a las pequeñas y medianas empresas. Uno puede tener en los papeles la mejor estructura tributaria, pero si no tenés una administración capaz de materializarla, de aplicarla, nada sirve, las buenas ideas quedan en los papeles. Yo dejé una AFIP con gran capacidad profesional y tecnológica, aún la tiene, podemos discutir cualquier mejora pero no destrozar algo reconocido.
–Si tuvieses que explicarle a los y las argentinas porqué es importante defender y sostener la AFIP, fortalecerla incluso. Aceptemos que no está en el menú de las primeras 10 o 20 preocupaciones cotidianas de la gente. ¿Que les dirías, que se gana o se pierde si se deteriora o desaparece el AFIP?
–Diría que los que menos tienen son los que más pierden, que habrá un transferencia de ingresos brutal hacia el poder económico, que los impuestos más regresivos, como el IVA que pagan todos, no podrán ser reducido sin gravar más a las grandes fortunas y además poder recaudarlo, y eso es lo que AFIP hace. La política tributaria es un mecanismo de redistribución de ingresos, pero finalmente lo que hace es financiar gastos que son los que generan esa redistribución, como el programa Conectar Igualdad, la educación o la salud pública. Ahí se ve la importancia de las funciones de AFIP. Porque la forma más virtuosa de financiar un proyecto superador es la recaudación de tributos, no hay robo ahí, es justicia fiscal y es una batalla cultural que estamos perdiendo, aquí en Argentina y en todo el mundo.
–La última es más de análisis político y tiene que ver con los horizontes de salida de un peronismo del que has sido funcionaria en distintas etapas y que es el sector más numeroso de la oposición. Todos proponen un regreso a algún año feliz, 1945, 1974, 2003, 2007. ¿No crees que falta una nueva promesa? ¿Cómo ves ese espacio en ésta coyuntura?
–Todos acordamos en que el rol del Estado debe ser central, pero hay que rediscutir roles, problematizar lo que dábamos por hecho. Ahí va mi corazoncito desarrollista, el desarrollo es una deuda de la democracia. Sin condiciones materiales no hay progreso ni crecimiento posible, el Estado no ha cubierto de manera consistente la falta de un proyecto capaz de crear esas condiciones. Necesitamos repensar todos los sistemas públicos, sin apartar el Estado, dando una discusión seria sobre eficiencia y modos de gestión. Lo peor que uno puede hacer es creer que podemos volver a hacer las cosas como antes las hicimos, funcionó antes, pero las sociedades son muy dinámicas y cambiantes, necesitamos otra cosa, pero sin resignar los valores de justicia social y la autonomía política, que son las ideas centrales del peronismo con las que una comulga.