Este 23 de noviembre se hará una nueva Marcha del Orgullo en nuestra ciudad, en un contexto difícil: el gobierno de Milei desmanteló y desfinanció las políticas destinadas a la población LGBTIQ+.
En un contexto de desintegración planificada de derechos, este sábado 23 de noviembre la ciudad de Santa Fe será protagonista de una nueva Marcha del Orgullo. Se trata de la primera movilización de reivindicación de los derechos de la disidencia sexual desde la llegada de Javier Milei a la Casa Rosada, así como también, de Maximiliano Pullaro al gobierno provincial.
En términos de gestión estatal, los derechos del colectivo LGBTIQ+ no pasaron desapercibidos para la motosierra libertaria a nivel nacional. Por ejemplo, el Programa de Apoyo y Acompañamiento a Personas en Situación de Riesgo por Violencia por Motivos de Género (Acompañar), del cual uno de sus objetivos es el fortalecimiento a la independencia económica de las mujeres y de la comunidad LGBTI+ en situación de violencia de género en todo el país, tuvo una caída del 87,1% en su ejecución durante el 2024, según datos de septiembre. Del mismo modo, se observa un desfinanciamiento a la Línea 144.
Por otra parte, en cuanto a la implementación del cupo laboral trans, garantizado a través de la Ley N° 27.636, el Gobierno nacional avanzó con el despido de 100 personas trans hasta el 8 de abril, de acuerdo a los datos del Observatorio Transindical de Trabajadores TTNB en el Estado.
Del mismo modo, a nivel provincial se halla una desjerarquización de las políticas de género y diversidad sexual, por un lado, a partir de la degradación del ex Ministerio de Igualdad, Género y Diversidad a Secretaría de Mujeres, Género y Diversidad, lo que implicó el retroceso en cierta progresión histórica en la institucionalización y jerarquización de esta cartera. Por otro lado, el desfinanciamiento y la discontinuidad de programas preexistentes, sin dejar de mencionar la inestabilidad laboral de sus trabajadores y trabajadoras (con responsabilidad compartida por las autoridades ministeriales de la anterior gestión).
Sin embargo, me atrevería a decir que la preocupación que nos atraviesa a las personas del colectivo LGBTIQ+ se ubica también en un plano más superestructural de la actual coyuntura. Esto no significa que hayamos transitado años de panacea para la disidencia sexual, ya que gran parte de nuestro colectivo sigue sometida a condiciones de vulnerabilidad extrema y con expectativas de vida escalofriantes. Pero en medio de años de debate y lucha por la conquista de derechos que garanticen condiciones dignas de existencia para la población LGBTIQ+, el crecimiento a fuego lento de sectores radicalizados en el campo de la derecha con un discurso profundamente reaccionario activó nuestras alertas con su llegada al Estado nacional.
Quieren volver un par de siglos
Dicho de otra manera, no es solamente el desfinanciamiento y el desmantelamiento de políticas destinadas al colectivo, sino la cosmovisión que justifica esta exclusión deliberada de la población LGBTIQ+ del nosotros construido por los libertarios: “los argentinos de bien”.
En menos de un año se han encontrado expresiones estigmatizantes y con una profunda violencia hacia el colectivo LGBTIQ+. Desde la definición de la disidencia sexual como una “conducta insana” que la someten a diversos riesgos, hasta las declaraciones abiertas en el Congreso del ministro de Justicia sobre la diversidad sexual como “inventos subjetivos”, que deben ser rechazados por no estar alineados “con la biología”.
Tal ha sido el recrudecimiento de los ataques hacia la diversidad sexual que embajadas de 30 países en Argentina, en conjunto con la Delegación de la Unión Europea, presentaron una declaración en apoyo y solidaridad a la comunidad LGBTIQ+ en Argentina.
Marcha del Orgullo: "Qué ironía que se digan libertarios y estén en contra de nuestra lucha"
Mientras tanto, un sector del periodismo sigue debatiendo si dar o no exposición a los actores más radicalizados que circundan al presidente, lo que siempre termina en fragmentos virales con los dichos más discriminatorios que maridan mejor con los algoritmos de las redes. Es un tipo de debate que encontraría otro tipo de actitud si se tratara, por ejemplo, de la discriminación a una comunidad religiosa.
También un sector del empresariado se siente cada vez más cómodo con “la Argentina de bien” propuesta por el libertarianismo criollo. Con una mano comandan las estrategias publicitarias más gay friendly durante el Mes del Orgullo, y con otra mano aportan a la creación del think tank Fundación Faro, encabezado por quien lleva a cabo una cruzada digna de la Inquisición contra mujeres y la población LGBTIQ+. Repito, hay empresarios a los que no les tiembla el pulso al apoyar económicamente a quien fundamenta su violencia contra la diversidad sexual en una constante denuncia conspirativa a nivel internacional de imposición de una “ideología de género”.
Por último, son funcionales a esta agresividad contra la diversidad sexual algunos que se están subiendo a la ola del antiprogresismo, luego de haber estado surfeando por años en la corriente inversa. Es así que comienzan a escucharse algunas voces del campo nacional y popular que, envalentonadas por supuestas lecturas políticas coyunturales a nivel internacional teñidas de oportunismo, expresan la necesidad de abandonar estas agendas que “nada tienen que ver con nuestra Argentina”. Una especie de nativismo “nacional y popular”, que poco tiene de nacional y menos de popular, y que tira décadas de defensa de derechos humanos.
Porque a esta altura hasta hace falta recordar que los derechos LGBTIQ+ son derechos humanos. Es necesario seguir un poco más el ejemplo de Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, que se paseó por la Marcha del Orgullo porteña con una bandera del orgullo y sostuvo: “Sigamos todas, todos y todes todos los años haciendo esta marcha. Hay que demostrarle a Milei y compañía que no nos han vencido”.
A pesar de este clima enrarecido, de violencia creciente y de lenta pero decidida avanzada hacia la diversidad sexual, aún las calles continúan siendo el escenario de resistencia para muchxs, ya sea con la apropiación de ataques de Milei y la transformación en símbolo de lucha –como con la frase “mucho sexo gay”– o con la adopción de nuevos himnos populares de resistencia como “Fanático” de Lali, frente a un rock y una movida urbana insípida. Y Santa Fe será parte de ello.
Vení a marchar
Este año se realizará una concentración a las 16.30 en La Rioja y Rivadavia, cerca del ex boliche gay Taboo, para luego marchar, junto con carrozas, por Rivadavia en dirección al Molino Fábrica Cultural.
El festival comenzará a las 18 h, en donde se hará lectura del documento consensuado por la organización de la marcha, además de contar con una feria, la realización de un kiki ball, para cerrar con música, baile y fiesta como toda Marcha del Orgullo. Una celebración en las calles que estará cruzada por reclamos en un contexto completamente adverso para la población LGBTIQ+.
Este año hubo más de un millón y medio de personas en la 33° Marcha del Orgullo en CABA. Esa multitud estuvo compuesta por gran parte de santafesinxs que año tras año participan de esta movilización imperdible por su masividad y encanto propio de la centralidad que implica ser la capital de nuestro país.
Sin embargo, nos conocemos todxs y sabemos que hay quienes solamente participan de ella y no de su marcha local. Cada unx sabrá las motivaciones que llevan a tomar esa decisión, pero es más que importante la participación en la lucha por nuestros derechos a nivel local. No solamente se trata de una manifestación de solidaridad y empatía con nuestra propia comunidad, con la que nos cruzamos en lo cotidiano por la calle; sino que también somos las mismas personas que el día de mañana vamos a ser la red de contención y vamos a estar en primera línea en caso de vulneración de los derechos de cualquier santafesinx. Por eso y mucho más, vení a marchar.