La chica del cumpleaños

Juliana Cuneo y Lucio Paolantonio conforman La Chica del Cumpleaños, una banda indie de Santa Fe Capital. En esta ocasión hablan de sus inquietudes, miedos y pasiones. Una charla en profundidad para conocer una generación siempre narrada por otros.

Son dos pibes como cualquiera, cargan consigo ese aura indie místico que atrapa e intimida de a ratos. Juliana, con los rulos atados en un rodete tirante y el flequillo que le adorna la frente, tira una sonrisa ladeada cuando alguien ingresa a la sala de ensayo. Lucio, con el pelo rubio desteñido tapándole los ojos mientras toca la guitarra, saluda levemente con la cabeza. Hay un hilo invisible que une la mirada cómplice que se lanzan cuando cantan, hay una magia inédita que envuelve el ambiente en la habitación insonorizada. En el suelo, una hojita solitaria reza: “La Chica Bienal”. En esta ciudad infernal, las noches comienzan a ponerse pegajosas. El aire caliente y el cielo sin estrellas generan en la gente la falsa esperanza de una tormenta que se avecina. Por lo pronto, lo único que hay es sudor detrás de la nuca y un aluvión de buena música.

Juliana Cuneo y Lucio Paolantonio conforman La Chica del Cumpleaños, una banda de música indie que comenzó a finales de 2021. En el escenario los acompañan los músicos: Alejandro Miño en guitarra, Pilar Ferrando en bajo y Marco Farelli en batería. Sin embargo, las decisiones importantes las toma el dúo dinámico de jóvenes de 21 años. Ambos nacidos en Santa Fe Capital, pareciera que sus historias estaban destinadas a cruzarse: mientras Lucho, como lo llaman todos cariñosamente, cursaba la secundaria en el CREI, Juli asistía a la escuela de tarde en el mismo instituto de música. “Sabíamos que existía el otro pero nunca hablamos porque no teníamos nada en común”, narra Cuneo mientras prepara un simpático matecito de cerámica que le cabe en la palma de la mano. La anécdota de cómo conectaron tiene algunos terceros de por medio. En un proyecto musical anterior, Paoloantonio y Cuneo experimentaron la euforia de tocar juntos y floreció la amistad. “Nos hicimos re amigos y de repente la banda se disolvió, y dijimos: bueno, ahora somos dos”, cuenta Juli. El sol comienza a desdibujarse en el horizonte, y las sombras de las plantas que adornan el living de su departamento le bailan en la cara.

"Quiero ser inmortal…" canta Juli y entre las luces cálidas del living bailan con ternura cada una de las palabras que pronuncia. La figura de Lucho se mantiene fija como una figurita en el sillón crema. Una mezcla de introversión y titubeo se asoma en sus ojos castaños. No parece ser el mismo chico que hace unas semanas sonreía cancheramente prendido a la guitarra.

—¿Cómo arrancó su relación con la música?

Juli: Mi relación con la música empezó desde que me acuerdo que existo. Mis papás son músicos, estuvieron en bandas y mi vieja es profe. Lo musical estuvo siempre en mi casa. Escuchábamos mucha música infantil y rock. Siempre me gustó y siempre elegí ir por ese camino.

Lucho: Mis papás también son músicos y son profesores de música. El primer recuerdo que tengo es cuando a los cuatro años no me podía quedar quieto con nada, me ponían una película de los Beatles y me tranquilizaba. Mi viejo me grababa discos en los CD vírgenes y yo andaba con un grabador escuchándolos por todos lados. Desde siempre supe que quería hacer algo con eso. Era eso o futbolista.

—¿Por qué futbolista?

Lucho: Jugaba al fútbol y me gustaba. Pero en un momento dije: no se puede entrenar y tener una banda —comenta entre risas.

Juli: Yo casi estudio matemática —aprovecha la volada para decir mientras una sonrisa tironea de sus labio.

La vida de Lucho y Juli consiste en una agitada relación entre facultad, trabajo y ensayos. Ambos, como no podría ser de otra manera, estudian Profesorado de Música y aunque la vida no les haya indicado aún que la docencia sea el camino, saben que vibran en una frecuencia marcada por lo que aman. Para los chicos, la música está en todo, en sus decisiones sobre el futuro y en su cotidianidad. Cuando en 2021 decidieron mantenerse unidos, el proyecto tenía como objetivo producir un disco. En aquel entonces, la casa de Cuneo se transformó en el búnker designado para la producción. Una convivencia diaria que significó un autodescubrimiento para ambos y que permitió que en marzo de 2023 surgiera: “La Gracia de no estar Solas”, el primer álbum de La Chica del Cumpleaños. “Componer es la forma más directa, fácil y accesible que tengo de conectarme conmigo misma”, dice Juli. Y es que, para los dos, componer se trata de un proceso personal que adquiere distintas matices en cada caso.

Juli: Cuando lo hacemos juntos es encontrarnos, pensar en nuestras cosas y de repente decir: “¿Hacemos un tema?”. A veces queda hasta la mitad y decimos: “Bueno, ya vibrará”—Lucho le lanza una mirada cómplice y se ríe—. Es re lindo cuando pasa, pero también hay momentos individuales y son muy distintos. A mí me gusta mucho componer la melodía y la letra en conjunto, a partir de eso buscar algo más y encontrarle una vuelta a la canción para que sea una cosa en sí misma que me haga sentir algo específico.

Lucho: Yo soy medio caótico en ese sentido, depende mucho de qué me sale primero. Me suele pasar que voy caminando por la calle y se me ocurre una melodía, alguna letra random o algún pedacito y me lo grabo. Voy recopilando un montón de cosas y me quedo pensando en eso, quizás digo: “Esto es re estribillo”, entonces me falta todo lo otro. Cuando quiero componer algo tengo un montón de cosas, ideítas que voy reescuchando.

—¿Las letras las escriben juntos?

Lucho: Los temas que componemos juntos, hacemos las letras juntos. Los temas que compone cada uno, las letras las hace cada uno. Muchas de las decisiones las tomamos entre los dos aunque hayamos compuesto por separado.

Juli: Nos vamos ayudando también. Nos decimos: “Tengo este tema, pero tengo este problema. No sé cómo solucionar esto, esta letra, esta melodía, este pedacito”, y entre los dos lo resolvemos.

La chica del cumpleaños

El proceso de creación es para La Chica del Cumpleaños un momento íntimo donde se juega la pasión por lo que saben hacer. “Las cosas que no puedo decir de otra forma, me salen haciendo canciones”, comenta Lucho con timidez. Mientras tanto el matecito de Juli continúa pasando de mano en mano y las experiencias sobre ser jóvenes músicos se vuelven nubarrón encima de las cabezas confundidas de los chicos.

Del amor y otros detalles

—Aparte de hacer música, ¿Disfrutan de otras experiencias artísticas?

Juli: En un momento empecé a hacer teatro porque con Lucho arrancamos a ir a clases de actuación. Ahora estoy disfrutando de la danza porque mi novia es bailarina, eso me permitió conocer ese ambiente y me re flasheo entrar en el mundo de un arte distinto y entender que es tan increíble como en el que yo estuve siempre. También me gusta mucho el arte de hacer videoclips.

Lucho: Siento que cuando empecé teatro me cambió la manera de ver las cosas porque nunca había hecho otra forma de arte que no sea música. Me encontré un montón de cosas re copadas, aprendí a conectarme con el cuerpo y darle atención, eso para nuestra disciplina está buenísimo. Mi novia es artista plástica visual y también hacemos cosas juntos. Yo no tengo idea de nada, pero me re gusta el arte visual y me copa acercarme a las cosas desde el no conocimiento.

—Hablan de sus parejas como personas que introdujeron cosas nuevas en sus vidas, ¿Cómo perciben el amor?

La lógica del ida y vuelta se paraliza un momento. La soltura con la que Lucho se desenvolvió durante la tarde, se ve opacada por un halo de timidez. Como durante todo el encuentro, busca en la mirada de Juli un indicio que le genere la tranquilidad suficiente para seguir. Como espectador, pareciera que en su amistad Juliana es el pilar que ofrece seguridad para seguir adelante. Tras un par de palabras titubeantes, logra contestar.

Lucho: Justo estamos en un momento en que el amor está siendo re protagonista en las canciones de La chica del Cumpleaños.

Juli: Los dos estamos de novios y componemos sobre amor. Personalmente, convivo con mi novia por ende es una relación muy principal, yo diría que la más importante en este momento. Es la primera vez en mi vida en la que veo el estar en pareja como una construcción de vida conjunta y familiar.

—¿Cuál es su principal preocupación hoy en día?

Lucho: Mi preocupación es poder vivir de una forma en la que yo me sienta cómodo, poder hacer las cosas que quiero hacer. Eso en este contexto social y político es muy difícil.

Juli: Siento que cada día es más angustiante a nivel social y la vida se divide en dos partes: por un lado la ilusión individual de las cosas y proyectos que uno hace, lo lindo del arte; por otro, la realidad. Ver que hay un montón de cosas terribles pasando y angustiarse porque uno desde lo personal puede hacer cosas pero nunca nada tan relevante como para cambiar lo que se vive en lo cotidiano.

La angustia de no saber que hacer para cambiar el mundo

—¿Desde qué lugar se posicionan ustedes como músicos ante un presidente que ataca de manera sistemática a los artistas?

Lucho: Me parece muy terrible, es algo que no puedo entender. Me hace sentir muy mal la situación. Me duermo pensando en eso y me despierto siempre con algo nuevo, es muy chocante. Desde la banda la posición en este momento tan difícil y pesado es pararse desde la ternura, desde lo emocional. En ese sentido, considero que los espacios culturales son lugares de resistencia y de esperanza.

Juli: No creo que haya una intención primera de hacerle frente —continúa después de asentir a las palabras de su compañero—, teniendo en cuenta que las temáticas de composición no son de lucha. Pero nosotros como personas individuales somos gente que se ha metido mucho en lo político a lo largo de su vida y que le importa la situación. Por eso en relación a dónde tocar y qué cosas tener en cuenta a la hora de tomar decisiones está todo muy pensado. Consideramos que es un garrón lo que está pasando con las universidades porque hace que el arte se vea súper desprotegido y poco accesible. Nosotros entendemos la cultura como algo esencial para las personas, para el desarrollo, el crecimiento y para lograr ser sujetos críticos. Para alcanzar una sociedad mejor que es lo que buscamos.

La chica del cumpleaños

Lucio y Juliana reconocen el lugar de privilegio en que se encuentran al poder acceder al arte. Remarcan la importancia de haber tenido una familia que desde chicos les brindó las herramientas y el acompañamiento necesario para poder tomar la decisión de apostar a la cultura como una forma de vida. Ambos reconocen que su posibilidad de acceder a una vida marcada por el descubrimiento de lo musical fue facilitada por un nivel socioeconómico relativamente estable, posibilidad que aseguran, no es la misma para todos y todas. Aunque actualmente no militen en ningún espacio, rememoran los momentos de su adolescencia en que la manifestación política estuvo muy presente.

Juli: Nosotros atravesamos el boom del feminismo y nos comprometíamos mucho políticamente. Yo en la secundaria estaba en el Centro de Estudiantes y me re involucraba en todo. En aquel entonces no eran cosas tan terribles como las de ahora. La vida continúa y yo pienso: “¿Qué hago ahora desde mi lugar?”.

—¿Qué expectativas tienen del futuro?

Lucho: Yo siento que hay incertidumbre en todos los aspectos, pero tengo la esperanza de que un montón de cosas sean distintas y cambien. En cuanto a la música, a mí me gustaría poder vivir de tocar.

Juli: Políticamente, la verdad es que no tengo idea, me asusta un montón. Todo es incertidumbre, dolor. Mi expectativa sería que no dure más de un año esto. En lo personal no veo un futuro tan claro pero idealmente me visualizo tocando música y siendo docente.

Espejo generacional

—¿Cómo perciben a la gente de su edad?

Lucho: Me di cuenta que uno está en una burbuja de gente y hasta hace poco pensaba que la gente de mi edad era de una forma. Después empecé a abrirme a otros círculos de personas y me di cuenta que generalidades que yo pensaba que eran así, no lo son. Encontré diferencias en las formas de entender la vida, de posicionarse políticamente, en relación a las preocupaciones que tienen.

Juli: Yo veo una generación dividida en dos tipos de personas. Hay gente muy apegada a lo social, a lo cultural, que son las personas con las que yo suelo relacionarme. Pero también veo pibes extremadamente individualistas, que se ven consumidos por la inmediatez de las redes sociales. Eso también viene con el gobierno actual y mucha gente está apuntando a ese lado. Personas que antes no eran así y de repente sus vidas se basan en quienes son, qué necesitan y si ganan más plata; ya no forman parte de una sociedad que tiene objetivos comunes. Todo es individual.

—¿Cómo creen que la gente de su generación percibe la salud mental?

Lucho: En general siento que mucha gente de nuestra generación tiene mucho más asumida la salud mental como problemática. Creo que está más cerca la información y en algún punto siento que pasa más. A mi me pasó de atravesar momentos difíciles de salud mental. En su momento pude hablar de eso con mi círculo y sentirme apoyado. Con las personas adultas es diferente, lo toman como algo que tiene que ser escondido. Esto no quiere decir que yo crea que tomar medicación está re bueno, pero lo que sí está bueno es que esté abierta la posibilidad cuando se lo necesita, que se pueda hablar de eso y no sea un tabú. También es cierto que en estos momentos, muy pocas personas pueden acceder a terapia.

Juli: Ya no es “de loco” ir al psicólogo o al psiquiatra. Uno puede decir: “yo tomo medicación” o “voy al psicólogo” y no pasa nada. Entre nosotros es algo positivo trabajar en nuestra salud mental.

La chica del cumpleaños

El salón se sumió en la oscuridad hace al menos media hora y las lámparas amarillas hacen sombras extrañas en la pared detrás de los chicos. Morrón, el gato gris atigrado de Juli se refriega en las piernas de Lucho. Afuera, el sol se esconde detrás de la Plaza de los Bomberos. Adentro, el clima se descomprime: Juli sentada en chinito arma un cigarrillo, el mate se enfría sobre la mesa, Lucho pasea entre el balcón y el living desempolvando memorias. La juventud ha adquirido una nueva emoción por narrar sus propias historias.

Fotos: Victoria Carballo.

 

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