Vamos a Buenos Aires, la cuna del tango, música, danza y cultura que define al Río de la Plata. Milongas, tanguerías y espectáculos: una suerte de agenda completa para quienes quieran introducirse en un mundo que todavía late.

Por Juan Pablo Gauna

“Así evoco tus noches, barrio 'e tango,
con las chatas entrando al corralón
y la luna chapaleando sobre el fango
y a lo lejos la voz del bandoneón.”
Barrio de tango (1942), Homero Manzi.

 

Una de las ciudades del mundo más vinculada a un género musical y a una danza es la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde el tango se respira a cada paso en sus lugares más destacados. Desde 1996 la Unesco declaró al tango como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, y de esto hace gala la capital de Argentina, ya sea en sus teatros, milongas, restaurantes, centros culturales, clubes, boutiques y hasta en la literatura. Espacios verdes ―Alfredo Le Pera, Eladia Bláquez, Libertad Lamarque―, estaciones de subterráneo ―Carlos Gardel―, avenidas ―Roberto Goyeneche―, calles ―Homero Manzi―, pasajes ―Enrique Santos Discépolo― y esquinas ―Osvaldo Pugliese― llevan por nombre a figuras destacadas del gotán ―tango en lunfardo. 

Un itinerario tanguero tradicional puede llevar al paseante a recorrer los barrios y sus joyas del género, por ejemplo: San Nicolás y su mítico cabaret Marabú, Monserrat y sus variados souvenires, San Telmo y sus artistas callejeros, La Boca y su pasaje Caminito, Balvanera con sus librerías y disquerías; y por fin Almagro. En este barrio se encuentra El Abasto, el Museo Casa Carlos Gardel, la pulpería Lo de Roberto, Sanata Bar, y La Catedral, o “La Cate”, como la llaman los habitués. A este espacio cultural, sostenido por una cooperativa, se asciende una empinada escalera que conduce al paraíso del arrabal. Aquí se halla relatos míticos de bohemios, orquestas y bailarines descontracturados. Por La Catedral desfila buena parte del turismo extranjero que busca hacer sus primeras armas en la danza del abrazo. Además, es un ámbito para la experimentación desde la danza, ya que se puede realizar cambio de roles entre quien conduce el baile y quien es conducido, o realizar algún que otro firulete arriesgado. Otro costado pintoresco de este reducto es que por allí pasan orquestas, cantores, bailarines, profesores y alumnos de tango, ofreciendo una atmósfera única. Muestra de esto es que La Catedral es una locación elegida por artistas para grabar sus videos, y fue el escenario de la película La suerte está echada (2005) ―Sebastián Borensztein.  

Los fuelles se detienen por unas horas y la metrópolis aquieta su frenesí. La calle Corrientes baja sus persianas, los subtes silencian sus máquinas, y músicos y bailarines reposan por doquier. 

Pero el berretín se reinicia cada jornada, porque Buenos Aires tiene milongas todos los días. Una de las más curiosas es la de los lunes a la siesta en el salón El Beso ―ubicado en Av. Corrientes esquina Riobamba. Se trata de Tango Camargo, donde se inicia la semana con una clase de tango a las 13:30, y se puede aprender algunos pasos de milonga con traspié, tango canyengue, y luego comienza el baile social. Quique Camargo, el organizador, describe su milonga con entusiasmo: “La milonga Tango Camargo, uno pensaría que tiene horarios medio difíciles o raros, pero de repente descubrimos que había gente que prefería esos horarios temprano, o gente que quedaba afuera de las milongas porque no podía ir en otro momento, y que ese momento del día le venía bárbaro, o que les gusta esa hora. De hecho, venimos trabajando para atender especialmente a ese público”. 

Tango callejero. Artistas a la gorra admiran al turismo por las calles de San Telmo.

Además, Camargo acota que comenzaron haciendo la milonga los lunes y sábados, y luego de la pandemia incorporaron los jueves, todo en el mismo horario, de 15 a 20 horas. Con respecto a la parte humana, el organizador y DJ de Tango destaca que: “en cuanto al trato, siempre estamos en todos los detalles, ya sea desde la parte técnica, hasta el recibimiento de la gente acompañándola a la mesa, así que tratamos de que la gente venga, de vez en cuando escuche a una orquesta en vivo, y que se vaya feliz de haber pasado una tarde espectacular, y haber bailado algo que tanto nos apasiona como es el tango”. 

El tango resuena en Buenos Aires en la radio de un taxi, en el cafetín de la esquina o en algunos boliches en su versión electrónica. Las orquestas se presentan en diversos auditorios y espacios públicos. Y ya para concluir nuestro periplo elegimos la página especializada de tango que es nuestro GPS: www.hoy-milonga.com. Ella es la que marca que en Boedo, en el Centro Cultural Julián Centeya de Av. San Juan 3255, hay baile. La orquesta que toca es Los optimistas del tango. Allí se cruzan estilos de baile, de adultos mayores con looks tangueros tradicionales y danza de pasos cortos, con un tango Siglo XXI con cambio de roles. El lugar está fresco por sus dimensiones, pero el baile aporta la calefacción corporal propia de los cuerpos en movimiento. Rostros alegres y sensibles a la música sintonizan con gestos corporales la música en vivo. La jornada concluye con una competencia de tango pista, donde la danza se luce gracias participantes que vienen de distintas latitudes.

Milongón. Con ropa de calle y entre semana también se baila en Buenos Aires.

Al respecto, Nicolás Artin, director de Osvaldo. Un documental de Tango Argentino (2024), se refiere a cómo ha crecido este género: “El tango es Federal por la expansión y el intercambio migratorio que ha habido siempre en nuestra Argentina. Cada lugar va adoptando su tango, al principio intercambiando con Buenos Aires, después ya es una cosa más local. Es una relación también que vá más allá de lo cultural, de lo que significa el tango, sino que tiene que ver con lo emocional de su música y de su danza… entonces se lo considera tan propio de cada lugar, y está vinculado con ese intercambio de energía que dá el abrazo y compartir la música.”

Al corazón del tango se vuelve a través de apreciar su música, del baile, o retornado a Buenos Aires a recorrer sus infinitos reductos, todo al ritmo del 2 x 4.

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