El relato de Lanna Rivera cristaliza la preocupación de las personas que viven con VIH en Santa Fe frente al recorte de Milei. “No vamos a permitir la discontinuidad de los tratamientos”, afirman desde Provincia.
Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, en Argentina 140.000 personas viven con VIH, de las cuales el 65% se atiende en el sector público. A pesar de los avances logrados en el último tiempo –entre los que se destaca la sanción de la Ley Nacional de Respuesta Integral al VIH en 2022-, todavía el 45% de las personas con VIH conoce su diagnóstico de manera tardía, factor que incide negativamente en su capacidad de respuesta al virus.
En este marco, y mientras a nivel nacional organizaciones, hospitales y centros de salud ya denuncian escasez de medicamentos, reactivos y preservativos –responsabilidad que corresponde al Estado nacional-, el gobierno de Javier Milei busca recortar en 2025 hasta el 76 % del presupuesto destinado a la Dirección de Respuesta al VIH, ITS, Hepatitis Virales y Tuberculosis. Se estima que se financiarían alrededor de 9000 tratamientos menos que los que se sostuvieron en 2023; y eso sin contar los 6400 diagnósticos que se suman en promedio cada año.
El Frente Nacional por la Salud de las Personas con VIH informó que este año ha recibido denuncias de más de dos mil personas usuarias del sistema de salud que no han podido completar sus esquemas de medicación y que hubo problemas en la compra de reactivos para estudios de carga viral y células CD4, fundamentales para que las personas con VIH sepan si pasaron a ser indetectables y, por lo tanto, intransmisibles.
El panorama en relación al VIH la provincia
Santa Fe se encuentra levemente por debajo de la media a nivel país en cantidad de personas con VIH, con una tasa de 13,8 cada 100 mil habitantes; en Argentina, la misma es de 14,1. Según Analía Chumpitaz, directora de Prevención y Promoción de la Salud de la provincia, “hasta el momento no hemos tenido faltantes de medicación”: “Con el cambio de gestión hubo una dificultad en un comienzo, porque no había firmas para las compras y los expedientes, y estuvimos en alerta para que no existieran faltantes. Eso lo estamos monitoreando todo el tiempo junto a las organizaciones sociales, que son las que están en lo cotidiano y tienen un termómetro que a veces desde el Estado no tenemos”.
—De cara al año que viene se esperan recortes de hasta un 76% en el presupuesto del área a nivel nacional. ¿Cómo se preparan desde Provincia y qué estrategias piensan implementar?
—Para nuestro gobierno la salud es un derecho. Sabemos que para la gente que vive con VIH es crucial el tratamiento diario, y vamos a implementar todas las herramientas que se necesiten para que no haya discontinuidad de ninguna manera. Una persona que vive con VIH tiene que tomar su medicación todos los días, porque de esa manera se hace indetectable el virus y no lo transmite. No vamos a permitir la discontinuidad de los tratamientos. El presupuesto nacional no es acorde a los cambios económicos que ha habido; yo quiero creer que va a haber un aumento y presupuestos extraordinarios en el caso de que se requiera. El gobierno nacional tiene la obligación de comprar preservativos, antirretrovirales y todos los insumos, porque hay una ley, que es la nº 27.675, que tiene que cumplir. Allí estaremos atentos con las organizaciones para hacer que se cumpla.
—Desde las organizaciones y algunos efectores de salud se están observando aumentos en los casos de VIH y de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS). ¿Esto es así? ¿A qué lo atribuyen?
—En realidad lo que se mide es la tasa de diagnóstico, porque a veces los diagnósticos son tardíos, entonces no podemos saber cuántos casos hay en un año; lo que sí podemos medir cuántos diagnósticos se realizan en un año sobre la población. Estos han venido disminuyendo en la última década, pero la pandemia generó una retracción de la gente en sus casas y no hubo diagnósticos, no solo de esta problemática, sino de muchas otras. Hubo un descenso abrupto, no porque haya habido menos casos, sino porque hubo menos diagnósticos. Hoy estamos haciendo todos los diagnósticos que no se hicieron en esos años. También hay una situación compleja que tenemos que reconocer en relación a la vulnerabilidad de las personas: cuando esta aumenta, suben también las problemáticas relacionadas a las ITS. Por eso es tan importante salir a testear y no tener miedo a hablar de estos temas. La Educación Sexual Integral es fundamental: poder hablar con las y los adolescentes es romper con el estigma.
“Nuestra vida está en juego”
Lanna Rivera se define como “artivista positiva trans queen de la ciudad de Santa Fe”. Es seropositiva hace casi nueve años; hace ocho decidió volverse visible y hace siete es voluntaria en el Centro Interdisciplinario de Prevención de Enfermedades de Transmisión Sexual y SIDA de Santa Fe (C.I.Pr.E.S.S). “Hacemos todo a pulmón, y hoy por hoy nos quedan muy pocos reactivos para el aumento que hubo de las ITS y del VIH: aproximadamente un 25% más de diagnósticos positivos en la provincia”, cuenta, y afirma que “con el recorte del 76% a nivel país que planea el gobierno de Milei se estima que alrededor de nueve mil tratamientos no van a tener financiamiento”.
—El financiamiento actual alcanza para 66.500 tratamientos. El año que viene habría 8744 tratamientos sin cubrir. Es un montonazo, y en eso no está contados los positivos a futuro, los nuevos casos. Pero bueno, teniendo en cuenta que el presidente votó en contra de la Ley de VIH, era obvio. Desde que asumió Milei sentimos un miedo constante a quedarnos sin medicación. Hoy un frasco de pastillas sale alrededor de 600 mil pesos, es una locura. Y se van a recortar también las tiras reactivas para detectar tanto VIH como las demás ITS. Se está detectando un aumento muy grande de sífilis a nivel ciudad actualmente, y preservativos no hay nada. Es una locura lo que se está viviendo, y el panorama es muy oscuro. A la Ley de VIH no la pudieron derogar, pero hay una gran posibilidad de que quieran volver a bajarla.
—¿A qué atribuyen el aumento de los casos?
—A la desinformación, que genera más estigma y más transmisión. Y no principalmente de la comunidad, como se pensaba antes. El colectivo hetero-cis no se cuida, no se testea: no hay conciencia de lo que es el VIH, de lo que son las ITS.
—Y en relación a los faltantes, ¿qué estrategias implementan desde los hospitales o centros de salud para hacerles frente?
—Ahora estamos tratando de ver algunas estrategias con diferentes funcionarios para ver si pueden, por lo menos, financiar las tiras reactivas, ya que lo primero siempre es saber el estado serológico para poder tratarlo. Puede llegar a suceder que volvamos a pasar lo de la pandemia y que tengamos la medicación fragmentada, lo cual es muy heavy.
—¿Qué consecuencias puede traer eso?
—La mayor problemática que tienen actualmente las personas que viven con VIH es la adherencia al tratamiento. Al tener la medicación fragmentada, podrías tener que ir a cada 15 días a buscar la medicación. En pandemia nos daban tabletas con los diferentes medicamentos separados, lo cual es una locura, porque normalmente te dan un pastillero con todos los medicamentos, que se llaman cócteles. Yo hoy te digo, con casi nueve años de tratamiento, que es realmente muy sencillo vivir con VIH; es lo psicológico, el estigma social, lo que lo vuelve difícil. Desde las organizaciones tratamos de que se propague toda la información necesaria para que podamos vivir bien y no ser un bicho raro, sino una persona como cualquier otra.
—Claro, ese es uno de los fundamentos más fuertes de la Ley de VIH: el cambio de enfoque, salir del estigma y pasar a otra perspectiva.
—Ese proyecto se hizo desde la sociedad civil, desde las diferentes organizaciones. Lo hicimos nosotres desde cómo vivimos el día a día, el estigma. Es complejo por el estigma, sobre todo, no por otra cosa. Nadie quiere decir que tiene VIH. Todavía sigue siendo un tema tabú. Yo prefiero acompañar a la gente desde mi testimonio, para que sepan que no están soles; pero la realidad es que tengo miedo. El día que ganó Milei yo me largué a llorar, estuve una hora y media llorando, porque yo me quedo sin medicamentos y en unos meses mis defensas bajan y puedo agarrarme cualquier cosa. El desfinanciamiento es enorme, para 2025 se proyectan menos tratamientos que los que hubo en 2023. Tenemos que salir a la calle y seguir luchando, porque es nuestra vida lo que está en juego.