Mano a mano con el presidente de la Sociedad Rural de Santa Fe, Ricardo Argenti. ¿Puede el campo salir de nuevo a las rutas? ¿Qué pasa con la motosierra al INTA? ¿Cómo impacta el recorte a la obra pública? Hacia el inmediato futuro, ¿cuál es la posición frente a la crisis climática?
Javier Milei llegó a la presidencia impulsado por los votos de las provincias y, sobre todo, del sector rural de Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires. En los pueblos agrícolas tuvo cifras electorales arrasadoras. Un año después, el presidente de la Sociedad Rural de Santa Fe, Ricardo Argenti, resume: “¿Qué te salva en este momento? Una muy buena cosecha. ¿Vendrá? Preguntale a Dios. Si no llueve lo que tiene que llover y deja de llover cuando tiene que dejar de llover, por ejemplo, en la trilla, estamos muertos”.
Argenti tiene 75 años y viene de una familia dedicada a la agricultura y la ganadería. Su campo está en La Pelada, departamento Las Colonias. Tiene una larga trayectoria de activismo en la Sociedad Rural, donde también fue vicepresidente. “En el 2008, en la 125, salió el campo. Pero lo acompañó toda la población. Yo estaba en el acto en el Monumento a la Bandera en Rosario y vemos venir a la CCC, una muchedumbre”, recuerda. “Yo en ese momento le dije a mi amigo ‘La ganamos. La ganamos porque esto nunca lo vi en mi vida’. Yo al movimiento del 2008 no lo vi nunca en mi vida, nunca más lo volví a ver”.
A nadie escapa que desde 2008 hubo un quiebre casi total entre los productores agropecuarios y el naciente gobierno de CFK, que luego no se tradujo del todo en los votos de 2011. Lo que sí es cierto es que esa masiva movilización rural –más de 100 días de piquetes continuos en las rutas, quizá la protesta más grande de las cuatro décadas de democracia– fue la vuelta a escena, victoriosa, de un renovado actor político.
Si la historia argentina puede sintetizarse en la historia de la disputa por el reparto de la renta agraria, el campo que se presentó en 2008 trazó límites respecto a cómo se discute ese reparto que, desde entonces, han modelado la política argentina de punta a punta. Salvado de los quebrantos en 2003 –gracias a la masiva condonación de deudas con el Banco Nación dispuesta por Néstor Kirchner– el campo demostró tener el vigor de hasta poder incidir en el valor de tipo de cambio.
El punto de referencia vale porque hoy hay una crisis de rentabilidad en los cereales que quizá no se ve desde hace más de 20 años. Tras tres años de sequía, los costos locales se dispararon por la devaluación de diciembre y el aumento de combustibles y el precio de los granos está derrumbado. Los primeros efectos fueron el default de tres grandes proveedores de insumos: Red Surcos, Agrofina y Los Grobo. Los productores no tienen con qué pagarles.
–¿Qué características tiene la crisis que hoy atraviesa el sector rural?
–El campo como productor de commodities depende mucho de los mercados internacionales siempre. Nosotros no somos formadores de nuestros precios. A nosotros nos vienen dados. El precio de la soja viene dado por un conjunto de elementos, que son los mercados internacionales, más especulaciones internas, más especulaciones externas de actores de la cadena con los que no tenemos nada que ver, porque son los grandes del mundo, las grandes exportadoras de cereales, las grandes empresas que se ocupan de venderles a las aceiteras. El productor de nuestra zona todos los días tiene como referencia la Bolsa de Comercio de Rosario para los mercados de granos, el mercado de Cañuelas para la carne, las empresas lácteas para la leche. Y te dicen, “Vale tanto. Lo querés, te lo compro, no lo querés, no te lo compro”. Los mercados internacionales están en un momento de precios deprimidos, que también aprovechan los especuladores internos para bajarle otro poquito para hacerse una diferencia. Es su negocio. En este momento estamos con un valor de la soja de alrededor de 290 mil pesos la tonelada, cuando yo hace cuatro meses vendía soja a 310 mil pesos la tonelada. Estamos teniendo una deflación de nuestros precios en contra de insumos en dólares, que algo aumentan, y márgenes de rentabilidad muy bajos.
–Este fue el mejor año en términos climáticos de los últimos… ¿cuatro o cinco años?
–Tuvimos un buen año, después tuvimos tres años malos, este incluido. Este año se acomodó hace cuatro o cinco meses, antes estábamos mal. Como tenemos una empresa a cielo abierto dependemos del clima y hace tres años que venimos colgados con el clima. Ahora salvó un poco la cosecha fina del trigo. Estamos con todas las esperanzas en la soja. Acabamos de implantar con condiciones de humedad buenas. Si de acá a cinco o seis meses hay una sequía espantosa y no vino la soja, diría el Papa Francisco “Recen por mí”. Yo ya he agotado mi reserva, no estoy teniendo que recurrir a financiamiento externo, pero un montón de gente que está como yo ya está recurriendo financiamiento externo.
–Como para poder ubicar esta crisis, que dejó en default a tres proveedoras de insumos como Red Surcos, Los Grobo y Agrofina, ¿con qué otra crisis la compararías?
–Hay un cóctel raro. Si Los Grobo se van a declarar en default por 100.000 dólares, yo no te podría haber convidado con este café. Tampoco va a poder atender las obligaciones de los próximos dos meses, que suman 10 millones de dólares. Ni 10 millones de dólares lo tumba, es muy grande. Surcos es más chica, también está en problemas. Ellos están en un negocio de vender insumos, financiar esos insumos, en el gobierno anterior financiaban los insumos a tasas locas, ajustaban los insumos con el valor del dólar blue, y a su vez compraban granos, son normalmente proveedores de insumos y compradores de grano, y los granos también aumentaban porque aumentaban con el dólar. ¿Qué pasó con Milei? Se plancha el dólar. Los insumos no pueden seguir aumentando. Se plancha la tasa de interés. Y los granos empiezan a bajar. La tormenta perfecta. Empiezan a tener serios problemas financieros, con estructuras muy grandes. Son fuertes, pero demandan un montón de capital para funcionar. Fíjate cuál fue la movida del gobierno, decir: “Estas empresas, Los Grobo, Surcos, Agrofina, están como están por malas decisiones empresariales, no por la crisis”. Es una verdad a medias. Han tomado decisiones que, a la larga, se volvieron en contra. Pero hay crisis. Que no se haga el dolobu Milei. ¿Por qué el productor chico, si bien pierde, se puede mantener un poco más? Porque no somos grandes empleadores. El productor cuanto más chico es, trabaja solo. Tiene un campo chico, que produce poco, y de ahí tiene que sacar para pagar todos sus insumos, sus deudas y para vivir. Argentina tiene un 70% de productores pequeños. Hay inmensa mayoría de arrendatarios, un 70% de la producción de granos está en manos de arrendatarios. Gente que además de los costos propios de implantación tiene que pagar un alquiler. Los alquileres agrícolas se hacen en quintales en soja, se equiparan a quintales de soja. Hay campos que se arriendan en cinco quintales de soja hasta 15 quintales de soja. Es un disparate la diferencia, porque es un disparate el rendimiento de los campos. Estamos hablando de la zona núcleo contra campos que en realidad son campos ganaderos devenidos en agrícolas por obra de la siembra directa, el glifosato y todas las posibilidades tecnológicas, de las cuales somos líderes en el mundo. Para que te ubiques: un campo donde 350, 400 hectáreas agrícolas es un campo mediano, te agarran dos cosechas malas juntas o te agarra una mala operación y te vas a los caños o te quedás esperando la próxima cosecha. Las cooperativas, como proveedores de insumos mayoritarios, y las empresas privadas también, que además compran los granos, están teniendo problemas con sus productores. Las cooperativas en la zona son como el banco. Son financistas, dan préstamos, tienen mutuales, de todo. Ahora todos les empiezan a decir “Che, no te puedo pagar lo que te saqué el año pasado”. Por ejemplo, en el año pasado y el anterior, en seca, cuando no tuvimos buena producción, había productores que le dijeron “Mirá, no te voy a poder terminar de pagar todo lo que te debo de esta cosecha, pero además me vas a tener que financiar la próxima porque con la próxima, cuando me desquite, te pago todo”. Son todos factores que se van sumando. Decí que bajaron las tasas de los bancos, que no te matan, pero bajó la rentabilidad también. Independientemente de todo eso, nosotros tenemos el peso encima de las retenciones agropecuarias. No son la forma lógica de pagar un impuesto, como el Impuesto a las Ganancias. Vos pagás del 30% al 35% de tus ganancias. Con las retenciones el Estado se queda con un 35% del bruto de la venta.
¿Tractores a la ruta?
–¿Creés en la promesa de Milei de bajar las retenciones?
–Yo creo que el tipo entendió cómo las retenciones están haciendo pelota al campo. No solamente porque le están quitando toda la renta por lo que te bajaron el precio bruto, sino porque el campo no crece y si no crece el campo no hay federalismo en la Argentina. ¿Qué hace el productor chiquito que se funde? Alquila su campo, obtiene menos renta que cuando andaba bien, y se va a vivir a la ciudad, haciendo lo que puede. Y se va despoblando el campo. Es impresionante cómo se nota la contracción del pueblo. Hemos hablado mucho en nuestras organizaciones que el tipo realmente se encontró con un descalabro macroeconómico mucho más grande de lo que pensaba. El plan platita de Massa fue nefasto, lo peor que podés hacer es entrar a darle a la maquinita para que todo el mundo tenga plata en el bolsillo, porque les estás dando papel pintado…
–¿Pero cree que va a bajar las retenciones, o no? Pregunto porque sin retenciones no hay superávit fiscal y, además, el nivel de precios de los alimentos va a subir. Se rompen dos fundamentos del plan del gobierno.
–Yo creo que algo las va a tener que bajar, porque el campo está muerto, el campo está mal. Cuando terminen de salir los pocos dólares que están en el colchón, cuando termine el resto, yo te digo... La gente de campo está lejos de las decisiones financieras. El dólar está deprimido. La gente se está quedando muerta en el campo. No nos cierran los números, empezamos a retraer todo.
–En las cifras del complejo cereales y oleaginosas de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina y el Centro Exportador de Cereales se puede ver muy claramente cómo el campo actúa políticamente con la liquidación de divisas. En 2008 y 2009, por ejemplo, se dejó de liquidar, se nota el castigo.
–Claro.
–¿Hoy el campo tiene espalda para hacer lo mismo?
–Nosotros no, lo que no sabemos es si los exportadores y los grandes acopiadores hasta dónde aguantan, en el sentido de cuánto tienen verdaderamente acopiado, no vendido, como para frenar algo.
–¿Vos creés que tienen menos de lo que dicen o que tienen más de lo que dicen?
–Yo creo que tienen menos. Muchas veces les hicieron liquidar mucho. Y en manos de los productores deben quedar muy pocas toneladas de grano.
–Este campo, como actor político, que salió a la calle en 2008 y con Vicentín, ¿le saldría a la calle a Milei?
–Le va a salir, si no cumple le va a salir. ¿Pero sabés cuándo? Por la desesperación. Con Vicentín fue más zonal, pero también tuvo su efecto. Esos movimientos fuertes se dan cuando a vos te pegan ya en la línea de flotación y no tenés más nada que perder ¿Qué pasa con el campo? La gente está asustada porque se le están terminando las reservas. Si Milei no cumple, va a haber una movida grande en el campo.
–Fiscalmente implicaría volver al déficit y una nueva devaluación sería un problema muy serio en términos inflacionarios.
–Yo creo que se van a dar las dos cosas. Se va a dar una quita de retenciones gradual. En este año va a ser muy poco, la soja de 35 a 30 o a 29. Al maíz y el trigo le van a sacar uno o dos puntos, porque tienen 12% de retenciones. Y cuando unifique el dólar, eso siempre se unifica para arriba, nunca se unifica para abajo.
–El efecto en los precios de los consumos populares va a ser serio.
–Yo creo que el consumo está teniendo problemas. La gente no compra lo que estaba comprando antes. Un supermercado, ¿hasta cuándo va a aguantar su infraestructura? Hay cadenas de supermercados de Santa Fe que ya tienen muy poca gente adentro.
–Entre 2009 y 2018 funcionó, respecto a las retenciones, una medida que consistía en darle a un porcentaje una asignación fija. Se la conocía como el Fondo Sojero…
–Exacto.
–¿Cómo se comprendería desde las organizaciones que todas las retenciones tuviesen asignación fija para mejorar la logística de la Región Centro, supongamos? Si tuviesen una asignación fija que beneficiara al mismo sector, ¿cuál sería la posición?
–Yo creo que sería un paliativo porque por lo menos podría verse el rendimiento de un sacrificio enorme que estamos haciendo. Pero todos los impuestos van a rentas generales, a nuestro sector vuelve muy poco ese es el problema.
La motosierra
–Yendo a la motosierra: la interrupción de la obra pública afecta al sector. Trae problemas de logística…
–Tremendos. Es un contrasentido. Aunque nosotros pretendamos producir mucho más, la logística ya no aguanta la producción que existe. Ya no tenemos ruta. No tenemos puerto, no tenemos almacenamiento, no tenemos silo, no tenemos nada. Tendríamos que empezar a meter silobolsas por todos lados. Las rutas troncales que van en los puertos, están hechas pelota ¿Cuántos años hace que venimos proyectando la autopista 11? Vos imaginate que hay muchos campos que, cuando empieza la época de trilla, si llueve se paran las máquinas, a los dos días o tres, tenés piso nuevamente para trillar, pero no tenés caminos para sacar los camiones. Se saca en tolva, con tractor, al pavimento. Es un incordio espantoso. El tambero, que tiene que sacar su leche para llevarla, depende todos los días del camión. Normalmente tiene una capacidad de guarda de tres días, si por tres días no pueden sacar la leche, la tiene que tirar, porque a la vaca la tiene que ir a ordeñar igual. Para el déficit cero no le quedó otra que eso, porque cortó la inflación. ¿Cómo va a seguir? Y ya estamos hablando de política económica global, no solamente del campo, ¿cómo va a seguir? No lo sé…
–¿Cómo observás el vaciamiento de las instituciones del Estado vinculadas a la producción agropecuaria, como el INTA, el Senasa, hasta del mismo Instituto Nacional del Agua?
–Claramente, me parece que la primera vuelta de motosierra fue demasiado. Quedaron cargos vacantes que después empezaron a ser reemplazados, algunas veces bien, otras veces mal. INTA tiene un montón de lugares donde no terminamos de entender el vaciamiento que está sufriendo. Pensamos que se va a empezar a acomodar, hay algunas conversaciones... Lamentablemente había bastiones de ñoquis y de gente que no debía estar donde estaban. A mí me parece que se pasaron de rosca, yo hubiera hecho la racionalización más desde adentro y más graduada, pero también debo admitir que el gradualismo nunca anduvo.
La Sociedad Rural del siglo XXI
–Hablaste bastante de la lluvia, de la cuestión de clima. Es importante, porque ocupás un rol dirigencial en una de las organizaciones más importantes del sector. Hasta este momento no se ha visto un posicionamiento público de las instituciones representativas del campo respecto del cambio climático. Es un hecho, está pasando, se está notando. ¿Cómo piensan a la Sociedad Rural del siglo XXI, que va a ser la Sociedad Rural de la crisis climática?
–El problema que tiene el cambio climático es que hay opiniones tan encontradas y tan contradictorias, no en cuanto al pronóstico, o tal vez también en cuanto al pronóstico, en cuanto al plan de tratamiento, por decirlo en términos médicos. No hay un diagnóstico claro. Vos le preguntás a un técnico y te dice que el problema se debe a los agroquímicos, otro te dice que este problema se debe a la siembra directa, otro te dice que siempre hubo catástrofes climáticas y otro que pregonó que iba a pasar algo, después no pasó. He ido a reuniones de cambio climático donde he salido pensando que soy un asesino porque uso un glifosato y otras donde me dicen “Siga usando glifosato porque el glifosato es, al menos, el menos peor de todos los agroquímicos”. La famosa Agenda 2030 tiene un montón de anuncios y de buenas intenciones, a las que nadie se puede negar. Pero hasta los propios compradores de la Unión Europea dijeron “Déjense de joder con estos planes porque no vamos a tener soja en Europa para comprar”.
–Aun así, la crisis climática avanza. Las cifras están dando que cada vez hace más calor y los eventos climáticos son cada vez más extremos.
–Lo veo como una asignatura pendiente, porque no hay una orientación, un orden, un consenso como para decir “Vamos atrás de esta metodología, de esta técnica, porque esa es la técnica que nos va a librar de un cambio climático”. Si nosotros tuviéramos la posibilidad de saber cuál es el rumbo que tenemos que tomar... Si nosotros dejamos de sembrar con la tecnología que aplicamos hoy, nuestros rendimientos van a ser el 20% de los que hoy sacamos. No sé qué pasaría en el mundo. Cuando vengan los asiáticos y los europeos a comprar no les vamos a poder vender, porque no vamos a tener. ¿Qué va a pasar con nuestras divisas, que va a pasar con nuestro mercado internacional?
–Hay una diferencia específica. Por ejemplo, la producción siderúrgica o el petróleo pueden seguir avanzando pese a la crisis climática. Pero el campo depende del clima. Si la seca de los últimos tres años durara cinco, el norte de Santa Fe se llena de arena.
–Sí. La línea es un serrucho, como todas las líneas, pero cada vez apunta más arriba, o sea, cada vez es más grave el problema. No tiene meseta. El cambio climático hoy a mí me significa tratar de usar los productos más resistentes, las semillas más resistentes a las adversidades climáticas que puede haber. La peor es la seca. Después, rogar que no caiga granizo y que me haga pelota todo, rogar que no se inunde mi campo como en el 2016, que nos fundió a todos porque nuestros campos eran lagunas. Y rogar que esos hechos no sean tan trágicos como muchos lo dicen que van a ser, con o sin fundamento. Probablemente yo no esté acá para verlo, ustedes sí que son más jóvenes.