El verano de 2025 quizá quede en la historia como el de las invasiones argentinas a Florianópolis, estado de Santa Catarina, Brasil. Una crónica para la futura nostalgia, con observaciones que suelen quedar de lado detrás de la bruma de caipirinha.
Por Juan Pablo Gauna
Las bahías de la isla de Santa Catarina están bañadas por un color esmeralda claro. Los bosques le hacen juego con su verde oscuro, y las elevaciones de piedra bordean el paisaje costero. Me sumerjo en el agua cálida, donde las olas acarician suavemente la costa y el mar se confunde con los cursos de agua internos. Hay senderos rústicos y ordenados que conducen a lagunas, pantanos, dunas y elevaciones montañosas que decoran esta suerte de edén. El Océano Atlántico rodea a esta isla —una de las más turísticas de América—, que es la superficie principal de Florianópolis, ciudad capital del estado de Santa Catarina, en el sur de Brasil.
Pocos minutos antes inicié la jornada con el desayuno buffet característico de los hoteles internacionales de Floripa —denominación coloquial de la isla—, en el mismo degustamos: jugos naturales, variedad de cereales, yogurt, dulces frutales, torta de coco, sandía, ananá, el típico melón color naranja con semillas marrones, y concluimos nuestro café da manha para iniciar prestos la jornada de praia.
Florianópolis homenajea con su nombre al presidente Floriano Peixoto (período 1891-1894); según Naciones Unidas, tiene el segundo mejor Índice de Desarrollo Humano (IDH) de Brasil —la alta sociedad del país tiene sus mansiones en Jurerê Internacional—; y su economía es fuerte en materia de turismo, servicios y tecnologías de la información. Además, la capital estadual es muy conocida por sus 42 playas —con variedad en cuanto a la tranquilidad, oleaje y tipo de arena—, su rica cultura, su vibrante vida nocturna y es un destino popular para el turista argentino —con una estimación oficial de 80.000 visitantes por temporada. La ciudad tiene la particularidad de estar dividida en una parte continental y una parte insular —ubicada en la Ilha de Santa Catarina— que se conectan a través de puentes.
Para vivir una experiencia inolvidable, abordamos el barco de Aventura Pirata. Allí compartimos un paseo con turistas de distintas nacionalidades, bailamos al ritmo de las danzas brasileras, y apreciamos el majestuoso paisaje costero que presenta una bella geografía irregular. El oleaje comienza a ser intenso y padecemos un leve mareo, pero el mismo se detiene cuando el capitán indica una parada para el descanso y la contemplación del paisaje marino, e invita a refrescarse mar adentro provistos de flotadores de seguridad. Nos arrojamos desde la embarcación cerca de Ponta das canas y apreciamos las aguas transparentes flotando en la inmensidad del marco natural. Retornamos a la costa observando un show teatral de piratas y escuchamos narraciones sobre aventuras marinas. Brindamos con tragos de playa y descendemos nutridos de la adrenalina provista por este paseo náutico.
A la hora de continuar los planes, chequeamos el estado de contaminación de las playas para evitar problemas de gastroenteritis. Nos decidimos por un paseo en un gomón circular con forma de plato volador color azul y naranja que sale desde Canasvieiras. El mismo consiste en una lancha que remolca al inflable, donde los paseantes nos ubicamos sentados mirando al océano y agarrados a una soga con forma de manija. El desafío consiste en no caer al mar a pesar de las maniobras bruscas del conductor de la embarcación que remolca. Finalmente, con un giro en forma de U no hay valiente que quede en pie. Todos caemos, pero se disfruta el sacudón, y desde el agua se puede llegar a nado hasta Ilha do Francês. La arena es clara y el agua trasparente. Desde allí se obtiene una postal de Floripa y se disfruta el retorno a gran velocidad. La jornada finaliza bajando las pulsaciones caipirinha en mano y divisando el atardecer en el horizonte.

Los días nublados se suceden, por lo que buscamos alternativas de recreación. Nos dirigimos al Mercado Público de Florianópolis, un pintoresco paseo de compras y polo gastronómico. Los souvenires que se destacan para lucirse al retorno del periplo son: artesanías, indumentaria de playa, cachaça, café —Brasil es el mayor exportador de café del mundo—, instrumentos musicales —como el berimbau y la cuíca—, y camisetas de fútbol. El paseo puede coronarse degustando cerveja y ostras en un el mirador situado al pie del Puente Hercílio Luz. El mismo es el puente colgante más largo de Brasil, y en el área también pueden recorrerse el Museu da Ponte y el Parque da Luz.
La temperatura en la isla es agradable durante todo el año, por ello y por su atmósfera encantadora, Florianópolis es conocida como “Ilha da Magia”; donde también se puede practicar una variedad de deportes, por ejemplo: nado en aguas abiertas, beach vóley, fútbol de playa, tenis —Gustavo Kuerten es nativo de Floripa—, caminata y senderismo, ciclismo, escalada, parapente, remo en kayak, piragüismo, vela, stand-up paddleboard (SUP), kitesurf, surf y sandboard —para lo cual playa Joaquina se destaca por sus dunas y sus grandes olas.

La agenda cultural también es nutrida en esta capital de Estado, destacándose el campus de la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC) —ubicado en barrio Trindade—, con su vida académica, que incluye actividades de docencia, investigación y extensión. Para el público inquieto la isla ofrece competencias de surf, por ejemplo, de la World Surf League (WSL). Quien busca la calma encuentra el Costão Golf Club, con 9 hoyos y 6600 yardas para jugar. Por último, quien disfruta de la música cuenta con paradores, boliches y espectáculos callejeros.
Carmen, una santafesina residente temporal en Floripa, nos transmitió que: “hay una variedad playas preciosas, con muchas olas, como Praia Brava y Praia Mole, o calmas como Cachoeira do Bom Jesus, incluso a 30 metros de Praia do Daniela se puede ver un pantano con cocodrilos, que a veces bajan a la playa. Praia da Galheta es la playa nudista, donde se accede haciendo senderismo y son muy respetuosos. Otra cuestión destacable es el sistema de transporte de Florianópolis, que tiene buenas conexiones con toda la ciudad y es cómodo. Y lo que no me gusta de la cultura local, es que se consume mucho alcohol y eso genera gente con borrachera y basura”, concluyó la viajera.
La vida de playa se impone en la temporada de verano, en la misma se ofrece: queijoada (queso en pincho condimentado) y camarão frito, milos… cerveja, cachaça y refrescos. El disfrute de los bañistas templa los ánimos, y la majestuosidad de la naturaleza trae paisajes cambiantes. Reanudamos nuestro nado en aguas cristalinas y lo intercalamos con remo en kayak paralelo a la costa. La magia de la isla trae nubes repentinas y una tormenta tropical generada en poco tiempo. Nos retiramos de la costa buscando refugio, pero nutridos de esta experiencia verde amarela.
El "Típico melón color naranja" , no es melón , es MAMON , es otra fruta.
En español es papaya y en portugués mamão
En un momento mencionas porqué se llama "ilha da magia" y nada que ver el nombre con el clima. Sí es cierto que siempre usamos la expresión de que es la isla de la magia porque se te arma un temporal en 2 minutos y en eso sale el sol en tiempos récord
Estaría bueno que menciones algo sobre su historia, se llama así por las leyendas antiguas que hay sobre la isla, antes de haber puentes, las brujas y magos se exiliaron ahí cuando querían cazarlos... Se dice que hay piedras en el océano que son brujas petrificadas y así hay muchas cosas que se pueden mencionar. Vivo ahí hace 4 años y tiene una energía de manifestación muy particular, sobretodo con tanto turista, sería genial que se sepa sobre su misticismo para que respeten el ambiente, sobre todo la limpieza de las playas. Es lamentable como dejan todo y los argentinos son los más sucios (soy de argentina, sé de lo que hablo)