Canadienses, rusos y yanquis: turismo internacional en la isla de la utopía. Arena blanca, mar caliente, tragos frutales, all inclusive y la aparición de una nueva figura en el marco de la economía planificada de Cuba: el pequeño empresario.

Por Juan Pablo Gauna

“Sueño con serpientes
con serpientes de mar
con cierto mar, ay, de serpientes, sueño yo
(…) Oh, oh, oh
La mato y aparece una mayor”.
Sueño con serpientes (1974), Silvio Rodríguez.

La arena es casi blanca y el mar es cálido y azul cielo. Las palmeras y sombrillas de paja son el refugio para el sol intenso del Caribe. Nos encontramos en las paradisíacas playas de Varadero, la principal ciudad balnearia de Cuba. Las aguas son calmas y los bañistas pueden permanecer en ellas por horas. El solárium natural está delimitado por reposeras acolchadas y paradores agrestes. El ambiente relajado se presta para la navegación, para la lectura y hasta para realizar topless.   

Para llegar a Varadero, distante unos 130 kilómetros de La Habana, nos trasladamos desde el Aeropuerto Internacional José Martí en modernas camionetas chinas. Hacemos una parada de ruta, donde nos reciben músicos con los típicos sones cubanos y podemos beber bebidas frutales. La península de Varadero consta de 22 kilómetros de playa con arena fina y clara, aguas turquesas y bancos de arena en la orilla; y está poblada de hoteles internacionales que ofrecen la modalidad all inclusive. Nosotros ingresamos a uno de ellos y nos sorprendemos por la abundancia de las prestaciones y la variedad de servicios que se ofrecen al visitante. Esto contrasta con la austera realidad de la Gran Antilla.

Paseos náuticos. La costa de Varadero ofrece una variedad de embarcaciones para navegar.

Mariano, un turista argentino, cuenta que “la creatividad que tiene el cubano de sobreponerse a las crisis es impresionante, y también la planificación de la sociedad por parte del Estado. Está todo calculado porque tienen que vivir así”. Se refiere al bloqueo comercial de Estados Unidos para con el Estado cubano, lo que lleva al gobierno local a tener que administrar permanentemente la escasez de insumos. Frente a esto los controles comerciales se han relajado forzosamente en las últimas décadas. “Ahora el Estado cubano lo admite y le da un marco, los pequeños capitalistas ya existen y se habla de pyme. La pequeña y mediana empresa ya está reconocida como tal”, acota el viajero en su segunda visita a la isla.

Ubicada en la provincia de Matanzas, municipio Cárdenas, la península de Varadero tiene 30 kilómetros de extensión, con playas en las que se disfruta del relax, la contemplación del paisaje y se practica deportes de playa y náuticos. También se puede visitar la Reserva Ecológica de Varahicacos para transitar por cuevas, ver aves y reptiles y rica vegetación. Esta zona es el punto geográfico más cercano del país con Estados Unidos, distando a unos 150 kilómetros de Florida. En el extremo oriental se halla un embarcadero con catamaranes turísticos que se dirigen a los cayos de la zona. Hacia allí nos dirigimos con rumbo a Cayo Blanco. 

Para llegar a Cayo Blanco se viaja por mar 40 minutos, disfrutando de una agradable excursión por las cristalinas aguas del Atlántico tropical. A mitad del paseo se hace una parada para hacer snorkel y disfrutar de la barrera de coral de la zona. En el fondo se observa peces coloridos, piedras, corales exóticos y vegetación pequeña, lo cual hace las delicias del sentido de la vista y es imposible de reproducir con dispositivos de registro. Luego de nadar en aguas abiertas y experimentar el silencio del fondo marino, subimos al catamarán para beber ron y bailar al ritmo de sones caribeños. El turismo predominante en la embarcación es americano y europeo, cuestión que permite practicar idiomas sajones o latinos de acuerdo con quién se interactúe.

Nado con esnórquel. En excursiones mar adentro se puede observar nítidamente arrecifes coralinos.

Al descender en la costa de Cayo Blanco nos maravillamos con la claridad del paisaje, donde compiten el centelleo de la luz solar, con la tonalidad del agua y la arena. En el balneario hay barra libre, animación con juegos y danza, y un tenedor libre con los típicos platillos locales. Para los amantes de la fotografía el lugar ofrece variedad de postales, debido a la exuberante naturaleza del lugar. No solo destaca su barrera de coral, sino que el cayo está rodeado de manglares, que son el hábitat de numerosas especies de fauna, como aves, la iguana cubana y el coral negro, en peligro de extinción. El paseo finaliza con el relato de algunas hazañas de la Revolución cubana, música bailable y la multiplicación de fotos y videos despidiendo una jornada inolvidable. 

Volvemos a la burbuja edénica del all inclusive para disfrutar de la cultura cubana. Allí se brindan espectáculos nocturnos que incluyen: shows de baile y canto, fiestas de playa, menús especiales y degustación de tragos, boliche con barra libre, además de la contemplación del vistoso paisaje. Por las mañanas, se encuentra competencias en la playa, que van desde el fútbol al vóley de playa, y a las opciones náuticas. Las artesanías locales no faltan, contándose: tejidos, sombreros, instrumentos musicales, variedad de adornos, pequeñas esculturas y pinturas, habanos y ron.  

Bebidas típicas cubanas. En las barras predominan los mojitos, daiquiris y canchánchara.

Flotamos en aguas turquesas y cálidas mimetizados con la majestuosidad del ambiente. Las palmeras nos saludan y brindamos con tragos coloridos a base de ron y piña colada. Por estas vivencias Varadero se convirtió en uno de los lugares turísticos más frecuentado del Caribe, siendo canadienses y rusos los visitantes que predominan. Ese intercambio de nacionalidades se entrecruza con la realidad de nativos y descendientes de españoles, chinos y residentes de ocasión. La isla de la utopía política regala paisajes, cultura e historias en clave Latinoamericana. ¡Salud compay!

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