El colectivo Cultura de Pie impulsa la inclusión de los derechos culturales en la reforma constitucional de Santa Fe, reclamando su reconocimiento como derecho humano y política de Estado. Proponen ampliar el artículo 22 e inspirarse en modelos como Ciudad de México.

La reforma constitucional en Santa Fe está en marcha y, como suele pasar, hay temas que corren el riesgo de quedar en la banquina. Uno de esos temas es la cultura. Mientras se discuten cambios estructurales en el sistema político y judicial, el colectivo Cultura de Pie salió a marcar la cancha: reclaman que se reconozcan los derechos culturales en la reforma constitucional de Santa Fe y que el Estado se comprometa de forma activa a garantizar su acceso, desarrollo y diversidad.

“La cultura es un derecho, no un lujo”, insiste Myriam Burgués, bailarina, vocera del colectivo y militante cultural. En una entrevista con Pausa dejó bien claro que lo que se busca no es solo un reconocimiento simbólico: quieren que quede por escrito en la nueva Constitución que la cultura no es un decorado, sino parte del escenario ideal para del bienestar social.

"Cultura de Pie" en el 8M de 2025.

Y tienen con qué bancar la parada. En la Constitución de Santa Fe, redactada en 1962, la cultura aparece mencionada apenas de compromiso, en un artículo (el 22) tan general que no permite exigir nada concreto. La buena noticia es que ese artículo sí está habilitado para ser reformado según la Ley 14.384, que puso en marcha el proceso constituyente. La mala: el tema sigue pasando por abajo del radar, opacado por discusiones más mediáticas como la reelección o la justicia. Para Cultura de Pie, esa omisión no es menor: deja sin respaldo a millones de personas que viven, trabajan, enseñan y transmiten cultura todos los días.

Como para ponerlo en contexto: cuando se escribió el artículo 22, Los Palmeras no existían, Fito Páez no había nacido y a Mirtha Legrand le faltaban seis años para empezar sus almuerzos. Toda una vida cultural santafesina —rica, diversa, compleja— se desarrolló sin un marco constitucional que la protegiera o impulsara. A lo mejor sea hora de actualizar ese renglón y escribirlo con algo de todo lo que vino después en mente. Porque si la Constitución va a durar otras seis décadas, más vale que esta vez contemple a quienes hacen de la cultura una forma de vida y de ciudadanía.

Mirando hacia el norte: el ejemplo de Ciudad de México

Uno de los caminos que señalan como inspirador es lo que viene haciendo Ciudad de México. Allá, en la cartilla de derechos culturales, se establece con claridad que toda persona tiene derecho a acceder, participar, crear y disfrutar de los bienes culturales, sin importar su condición económica, etnia, género o lugar de residencia.

Y hay medidas concretas que podrían ser perfectamente aplicables en Santa Fe. Por ejemplo, la creación de presupuestos participativos culturales, donde la ciudadanía vota qué proyectos culturales se financian. O la idea de “territorios culturales”, con equipamientos e infraestructura pública en los barrios más postergados, para garantizar que el acceso a la cultura no dependa del código postal.

Hasta proponen que el Estado tenga una política activa de apoyo a creadores, tanto con subsidios como con acompañamiento profesional, además de garantizar la libertad de expresión artística en todas sus formas. Otro punto interesante: allá los medios públicos están obligados a dedicar parte de su programación a difundir cultura local. ¿Y si en Santa Fe hiciéramos algo parecido?

La cultura como política pública, no como adorno

En este contexto, los derechos culturales en la reforma constitucional de Santa Fe podrían significar un verdadero cambio de paradigma. Porque hablamos de algo que atraviesa a todas las personas: desde esas murgas barriales llenas de peques, hasta el escritor independiente que se mata remando para editar su libro.

Burgués lo dice sin vueltas: “Lo que pedimos es que se garantice la participación cultural, el fomento a la creación y el acceso a los bienes culturales como parte de un proyecto de justicia social”. No se trata de pedir por pedir, sino de entender que la cultura genera identidad, pensamiento crítico, trabajo, encuentro.

El último 24 de marzo: rechazo a la censura, junto a Canticuénticos.

Y acá no hay grieta: el derecho a la cultura es transversal, como la salud o la educación. Por eso, desde Cultura de Pie plantean que es ahora, en este momento de apertura institucional, cuando hay que poner sobre la mesa esta discusión. “Queremos que la Constitución reconozca que la cultura no es un gasto, es inversión en humanidad”, dicen.

Por lo pronto, el colectivo ya presentó propuestas y está sumando adhesiones de artistas, docentes, gestores, y todo tipo de laburantes de la cultura. También pusieron el ojo en las instancias de consulta pública que abrirá la Convención Constituyente: ahí van a estar, firme junto al pueblo, peleando para que los derechos culturales en la reforma constitucional de Santa Fe dejen de ser una deuda pendiente y pasen a formar parte de un piso de derechos real.

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