¿Pueden dos afiches volverse piezas de la memoria? Osvaldo "Coni" Cherep recuerda cómo se produjeron e imprimieron "Los inundadores" y "La impunidad al palo", dos piezas que todavía hoy circulan en las plazas del 29 de abril.
En abril de 2003 la suerte nos puso a un grupo de colegas y a mi , en un lugar relevante del escenario público santafesino: la evitable inundación del salado, comenzaba a desmoronar un proceso político que había convertido al Estado en un nido de negocios particulares.
Hacíamos la tarde de LT10 y en absoluta coincidencia, lanzábamos en internet nuestro portal Notife.com. Un sitio que, sin ninguna pedantería, daba un salto de calidad en la naturaleza de la comunicación santafesina: queríamos instalar el concepto audiovisual en la red, que por entonces apenas se había comenzado a desarrollar en Buenos Aires y Rosario.
Entonces no existía la grieta Kirchnerista-Antikirchnerista, y en nuestras cabezas funcionaba la idea de hacer un tipo de periodismo que empujara la caída de una especie de régimen neoliberal, encabezado por Carlos Reutemann, que habíamos comenzado a derrumbar un año antes, con la bochornosa salida del Arzobispo Edgardo Storni.
Notife fue un verdadero laboratorio. Para mi y para casi de una decena de colegas que encontraron en el lugar físico donde funcionaba la estrecha “redacción”, un espacio para hacer periodismo y para desarrollar nuestra creatividad.
El humor era una parte central de aquel lenguaje. En nuestros escritorios de PC empezaron a aparecer herramientas de tratamiento de fotografía que nos invitaban a decir con imágenes, lo que las pruebas aún no nos permitían decir. Eso lo habíamos aprendido de Página 12.
Estábamos aburridos del tono del debate público en la ciudad, que estaba dominado por la presunta neutralidad de El Litoral, Notitrece y los programas matutinos de LT9 y LT10.
Entonces Notife y seguramente algunos medios más, nos salimos de los renglones estipulados por aquel dominio. No se trataba sólo de qué, sino de cómo.
La inundación nos convirtió en una especie de “eje del mal” para el gobierno de Reutemann, y también, en una pata indispensable para el desarrollo del otro eje de poder que terminó asumiendo pocos años después, el gobierno de la ciudad y la provincia.
Éramos, con mucha inocencia, un emergente de la época. Y nuestra línea editorial, fue utilizada al servicio de causas nobles y de otras también.
Pero volvamos al laboratorio Notife. Al juego de las fotos editadas y a la comunión que se dio con un grupo de inundados organizados, que usaron nuestra fuerza juvenil y creativa, para fortalecer desde la comunicación alternativa sus justos reclamos.
Allí y entonces, nacieron dos afiches: en el propio 2003 el de LOS INUNDADORES, y en 2004, el de LA IMPUNIDAD AL PALO.
Viéndolos a la distancia, los afiches funcionaron como auténticos “memes”. Una burla dolorosa para quienes no asumían ni asumieron nunca, sus responsabilidades.
En el primero, se usó solamente una foto de la inauguración de la obra que nunca se terminó y que apelaba a las sonrisas de los protagonistas, como una clara muestra de sus responsabilidades políticas en la tragedia. Y el slogans se caía de maduro: “Para que no se sigan riendo de nosotros. Juicio y Castigo”.
Esa imagen, fue volante, afiche, gigantografía y bandera del reclamo de los inundados. Un “Nunca Más” para lo inundadores. Una reserva gráfica imperecedera, que por multiplicada, será infinita e imborrable.
El segundo, en cambio, era un montaje sobre la tapa del disco de la Bersuit Vergarabat, LA ARGENTINIDAD AL PALO, que reemplazó las cabezas de los integrantes, por un grupo de rostros relacionados a la política y la justicia santafesina.
Pocas cosas resultaban tan contundentes para sintetizar la época, como aquellas imágenes. Pocas cosas sintetizaban los hechos como aquellos afiches, que se imprimían a cargo de un empresario inundado, que tenía una vieja imprenta offset analógica.
Es difícil saber, después de 22 años, si aquello fue o no, un instrumento virtuoso. No tengo claro si aquel orgullo “guerrillero” y anónimo de empapelar la ciudad con aquellas imágenes, se corresponde con lo que finalmente ocurrió. S
Pero es historia. Alcanza con poner en Google ambas consignas, y ver que rápidamente aparecen los afiches, representando a los grupos de inundados que resistieron al abandono del Estado y a la consagrada impunidad.
Entonces, no me cabe una sola duda, aquello que hicimos es Memoria viva. Y son piezas que mantienen vigencia, a pesar de todos los pesares y las utilizaciones sectoriales que se hayan hecho de ellas.
Pero cabe una consideración como interrogante… ¿Era periodismo?
No lo sé. A la distancia me parece que se trató de una acción política muy efectiva, que luego se masifico con el advenimiento de las nuevas tecnologías, la aparición de los memes y la utilización de la IA en el presente.
Era humor político y era comunicación política. De una honestidad brutal, pero con un trazo demasiado grueso, que condenaba antes que acusar.
Al final, no importa demasiado lo que hoy pensemos de aquellos hechos, de los protagonistas que murieron impunes, de algunos que aún hoy se sostienen a duras penas en el poder, en los mismos sillones y resistiendo el despido.
Lo que importa, si, es que aquellas imágenes perforaron una enorme pared de silencio que gobernaba nuestras calles y la esfera mediática tradicional.
Lo que importa –aún admitiendo errores– es que aquel juego casi juvenil, que nació en los trasnoches de aquel prematuro espacio periodístico, se transformó en una marca de época para quienes guardamos memoria de aquellos hechos y para quienes se asoman a esa historia.