Desde Salta y con su nuevo disco en camino, Julieta Laso en Santa Fe promete un show íntimo y visceral. Actriz y cantora, su voz encarna la emoción colectiva y la resistencia. Entre tangos, folklore y memorias compartidas, su música es una trinchera sensible en tiempos difíciles.
“Estoy feliz de volver a Santa Fe”, dice Julieta Laso desde Salta, su nuevo refugio entre montañas, lejos del cemento porteño. “Salir de Buenos Aires con todo el grupo no es fácil. Pero algunas provincias me llaman, y Santa Fe es una de ellas, forma parte de los lugares adonde me gustaría poder venir todos los años”.
El origen de Julieta Laso, como es sabido, más que en el canto está en la encarnación. Es actriz, intérprete, performer, y a la vez, cronista del dolor colectivo que maneja su voz como pocas pueden hacerlo. Desde Pata de Perra —ese disco que parece un reclamo amoroso y termina en barricada— hasta Cabeza Negra, su estética oscila entre lo que la conmueve íntimamente y la militancia de las causas que considera justas.
Antes de que su nombre empezara a circular en la escena del tango, Julieta Laso cantaba en el baño de su departamento en Parque Chacabuco. El lugar, un ambiente con un patio mínimo lindero a un pasillo común, tenía algo de conventillo: una comunidad apretada, patios abiertos, ventanas que se espiaban entre sí.
Fue en ese contexto doméstico donde ocurrió el primer giro de su carrera. Sin saberlo, mientras ensayaba sus canciones al amparo de las baldosas y la ducha, la escuchaba Carolina Bertalini, escritora y pareja del director de la Orquesta Típica Fernández Fierro. La voz que salía del baño atravesaba el patio y llegaba hasta su oído.
Tiempo después, cuando la Fernández Fierro necesitó nueva cantante, Carolina recordó aquella voz anónima. Así fue como convocaron a Julieta. No hubo un casting formal: su audición había sido, en palabras de ella misma, “en el baño”.
El resto es historia: de esos ensayos improvisados pasó a girar durante tres meses por Australia, a grabar discos multipremiados y a consolidarse como una de las voces más salvajes y poéticas del tango contemporáneo. Después de una etapa de crisis con su vocación actoral, la música la eligió: “Todo empezó como un juego, pero hubo señales. El abrazo del público, la emoción de un abuelo que viene al show con su nieta. Eso me sostuvo cuando sentí que no daba más”.
Para esta fecha, la cantante va a venir acompañada por Leandro Ángeli en guitarra y Matías Furio en percusión, en un formato directo, crudo pero no por eso menos distinguido. Además de tangos, trae algunas piezas de esos folklores que la educaron y de esas canciones que, asegura, le recargan la fuerza vital. En ese mapa sonoro habita la cantora que no quiere ser compositora: “Escribí muy poquitas canciones. Prefiero cantar cosas que me parezcan increíbles”.
Con la humildad de quien se sabe parte de una trama colectiva, cuenta que trabaja en su próximo disco junto a Daniel Melingo, uno de sus referentes absolutos. Y que su deseo más grande es seguir girando por Latinoamérica: “Chile fue espectacular. Ahora sueño con ir a Bolivia, a Perú. Latinoamérica es mi lugar”. Liliana Herrero, Vicentico y hasta el propio Melingo supieron confundirse en la intimidad de Laso entre la idolatría y la camaradería.
Antes de cortar, deja un tip para prepararse para ir a verla: “Si van al show, no está mal tomarse una copita de vino. Van a escuchar canciones que les recuerden a su barrio, a sus abuelos. Porque todavía somos un pueblo. Y no estamos tan solos”.
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Julieta Laso va a actuar el jueves 8 de mayo desde las 21 en Hub (25 de mayo 3428). Entradas disponibles en puerta y a online a través de Ticketway.